Bis
Ni se atardece tranquilo, ni se puede quedar uno en el mismo sitio todo el día, parece una manía, una especie de pose, contraída a base de estar el resto del día mirando las musarañas e imitando a la gente que menos nos conviene.
Arreglo enchufes que ni siquiera se si utilizaran, y tarde o temprano pegan el chispazo en manos ajenas, por no fregar adecuadamente los platos, después de haber pasado la noche entera en cama foráneas, sin mayor pretensión que la de extraviar algo de dinero a favor. No es siempre justa la corriente en el momento oportuno; a pesar de que guarde la espada de Damocles , para el instante preciso; como si quisiera volcar un coche o clavara entre las uñas putrefactas palillos y levante dudas de nociones reales de tiempo.
No existe nada tan en blanco y negro como los recuerdos que nos inventamos, donde la paleta de grises es infinita, y nos salve por los pelos y nos mire como un transeúntes no autóctono de la ciudad más recóndita, donde todo el mundo sabe de donde no es y quiere pertenecer. Nadie que pasó por allí se molestaría en hacer objetos de memoria, e imitan los dulces y las costumbres de los lugares cercanos. la última llamada que recibí fue de un lugar parecido y fui feliz.
Tengo cosas que he ido almacenando con el tiempo. Fotograma a fotograma.
Ayer de mañana
me levantaron
y preguntaron tu nombre
se absorbia en el fondo de una tarea
y murmuraba
tozudo y equivocado
invertidos dentro
y los pasos de una infusión desconocida
ahora seca
dentro de tu caja
sin mariposas, en el lecho de tu boca
sin querer oírte te escucho en cada plaza
tus palabras ninguna más larga
que sus pensamientos
al final queda chocarse
en la última parte del último día
aislado, en tus ventanas
sin cristales.
Viene a tiempo la velocidad
y hecho de menos
se me come torpe
los gusanos
Deje de dilucidar con claridad
y saludan, de lejos
trozos de medianoche
todo claro, es tu forma de preguntar
lo único que queda
una silla sola en un bar
dos a deshora
ya bromeaba al contestar