Lluvia 

Es un devenir inexacto, te cuenta una historia diferente cada día, cada mes puede almacenar unas 30 diría yo, aunque para ser exacto es imposible controlarlas, pues muchas se repiten, aunque nos encanta escucharlo. El aitona muchas veces también nos cuenta  historias por la tarde a la hora de merendar, o si vamos de camino a casa después de visitarlo. Ya lo digo es imposible contar las historias que cuenta. e siempre nos que hay que prestar atención y que 1 cuento y 1 manzana el día para que aprendamos lo que no se puede enseñar, quien cuenta los frailes y le sobran dedos llevarse a casa, los restos, lo que guarda donde no sobra, » Que dice el Padre Prior que bajeis que caveis y que subamos a comer», lo que se lleva ahora……. y nunca paso de moda.

Paseamos entre apuntes, nos divierte como llueve, encerrados en el agua, lluvia en cada uno de nuestros huesos, encima nuestro y debajo nuestra, en el puente, el rio. Nos divierte chapotear sin estar en verano metidos en una piscinas. En verdad al Aitona le gustan mucho las piletas, se queda parado en el centro donde le cubre hasta el pescuezo mientra nos mira, oteando el paisaje, meneando la cabeza en el mejunje lleno de cloro y sustancias químicas. Aitona dice que no es cloro, el defiende su postura sobre el liquido al que llama «Hamelín» , es lo que hace que se llene la piscina de niños desde el primer día, que en cuanto los secan a toallazos y sus madres les dan de comer para impedir que remojen sus culitos con la excusa de la digestión. Todos sabemos la verdad, son capaces de ser felices debajo de cualquier grifo, restregandose contra el agua y haciendo globitos.

Nos vestimos con trajes ideales para la lluvia, cada uno tenemos el nuestro. Mi hermano, yo y el aitona ( a el le gusta así, por si se muere -yo no me hago- no tenga que cambiar mucho el orden ). El mio consta de un gorro especial  que hace juego con mis botas. Solemos salir a pasear en cuanto las gotas deslizan las gotas por el cristal de cualquier rincón de la casa. Todos preparados en la puerto a recorrer las calles, desde el prisma del aitona que ve donde la oscuridad se hace fuerte y busca hueco.

Andar y confundirnos con los transeuntes, ver como se esconden esos señ0res sin techo, unos en oficinas bancarias ( tal vez por que tengan su piso ) , otros en pareja en iglesias ( se parecen más de lo que creen a los que salen en los cuadros de la capilla ), hay muchos que se esconden en supermercados : -» Dios le da pan a quien no tiene dientes», diría un señor con un traje muy caro, el aitona se volvio y dijo algo sobre la corbata del hombre y si valía bien una dentadura postiza, y dejara de decir «tontas » que tenia menos luces que un Farola mal iluminada.

En el rio también hay peces muy cucos cuando llueve, suben de lo profundo y vuelven a bajar rápido a lo más hondo  mientras dan bocanadas, aunque el aitona dice que nos tiran besos por no comérnoslos, y ser yo tan guapa. Creo que les gusta que vengamos a verlos. Se nos hace tarde la mayoría de los días y tenemos que salir corriendo a casa por la cena, para que no nos pongan mala cara y nos dejen salir el próximo día. En cuanto llegamos peleamos por cinco minutos como si nos fuese la vida en ello ( en realidad así es), es nuestro regocijo particular.

En mi diario siempre hay tachones, tarde o temprano alguien lo encontraba lo escondiera donde lo escondiera, padecia por ello, así que llevo dos , uno donde cuento tantas mentiras que haria cambiar el color del hábito de una monja y dejo al alcance de cualquiera, y otro mio donde guardo secretos, excepto para el aitona, aunque el me dice que no deje enclaustrados mis pensamientos, ni esas imagenes que lo que vivo es el presente y se escribe solo segun sucede, se cabalga, o dejamos que el agua se deslice suave mientras hacemos y se deshace, simplemente sucede el presente. Creo que Aitona me comprende….