8 de corazones

En muchos sitios me encontraba repetido era incapaz de quedarme quieto , y saltaba de un sitio a otro nervioso, cabizbajo. Hasta que topaba con un lugar que tenia buena onda como decían mis amigos norteños, y me deslizaba dentro sin montar mucho escándalo, con el único propósito de que la única persona que notase mi presencia fuera la que atendía la barra. Era exclusivamente el ser vivo que tenia el privilegio de la apetencia de que yo quisiera que supiera de mi existencia, ubicación, coordenadas y todo lo que se relacionara con me posición en el planeta en ese . En algunos casos he llegado a sacar mi tarjeta del móvil, no tengo ninguna intención de que Cortana, ni Siri, sepan a tiempo real donde me pierdo. Si quieren venir que vengan y se sienten a la mesa, ya me encargo yo de que este repleta la mesa y fluya la conversación ( tampoco las pido que tras una supuesta redada , hagan un máster en lavabos de cuartelillos de la Guardia Civil, aunque me encanta cuando dicen » esto es mas malo y duro para mi que para ti » ).

Clik, clak. Batería sacada, deslizar con el dedo la tarjeta y dejar caer el aparatito desde el puente al rio. Bye bye my love, o en su defecto un vaso de agua, eso si con su rodaja de  limón, que uno tiene su clase. Por cierto benditos puntos. Halehop ya me darán los de la compañía otro por 5 céntimos al año. Si son ellos los que quieren que lo tenga para llamarme a la hora de la siesta o cuando voy a probar los placeres de la manzana prohibida. Si los EE.UU o la Rusia Soviética hubiesen tenido los espías de mi compañia telefónica la guerra fria se hubiese terminado en media hora y el único fresquito sería el da las caipiriñas  al celebrarlo.

Media  mas menos para que cobraran la tarifa Sumormujo que no la Ataulfo que va de los 17 a los 23 minutos y claro no compensa.

Aparte de todo esto no paro de oir motocicletas desde ayer por debajo de mi ventana ( puedo aceptar que soy un tipo un poco rato, pero tanto como para no chillar o tirar la cosita numero 1 que se hace en el W.C., despues de que achicharraran el telefonilo). He sido un chico valiente y abierto, por la mirada creo que la cartera tenía pensado hacerme comer lo solía traer, y en trocitos muy pequeños.  Ambos hemos respirado hondo, si hubiera sido una clase de Reiki la hubiese dicho frases bellas u hubiésemos conectados, pero era mi pasillo y la situación se parecía mas a cuando una se mea después de un viaje largo.

Era un telegrama: » Ya es hora,  como siempre. Tu y tu teléfono. Cada día más raro». No era una señal del cielo o eso creo, más que una paloma, parecía un huevo frito-hormiga atómica-calimero lo que me había traído el mensaje. Eso si, ni casandome, hubiera tenido que firmar tantos papeles para llegar al telegramita. Había rubricado tanto que ganaba en palabras a mi ardiente remitente.

Cada vez que se comunicaba conmigo, sabia exactamente donde tenía que ir, como tenía que ir vestido ( casual, casualmente era lo único que tenía limpio ). Volvería antes de irme no me terminaba de apetecer lo que llevaba con tanto tiempo planeandolo lo olvidaba y lo ansiaba. Entraba en una espiral que me atormentaba una y otra vez. Sacaba vasos y me servía en ellos mi refresco favorito o bebidas de alta graduación. Cinco o seis como si fuese una fiesta intima y me bebía el contenido dando vueltas por la habitación e iba leyendo cualquier libro que me apasionar a en ese momento. Hoy llega ella y debo ir a recogerla. Hubo un tiempo en el que me yo mismo me mandaba cartas para saber en que estado me encontraba a la semana siguiente, y me hiba a buscar, a sitios de interés cultural, para que la gente me viera, y controlar mi enfermedad, mi tendencia a desaparecer. Ella sin embargo es real, es capaz de mandarme un telegrama de voltear la tortilla a mi planeta hasta conseguir verme. Quede con ella. Esta vez intentaremos que se quede. Parasiempre. Y yo con ella.