Demonios insertados
Una misma lista de gente que esta agradecida y, parecida de la que sale, diferentes tipos de tinta y fuentes de letra, como si por eso a la salida cambiara algo. Las personas entran con la cabeza volada dicen algunos, y otros ni siquiera se molestan en mencionar la dolencia. Olores raros, en sus pantalones de hace una semana. Un contraste caro, para unos baños caras de mármol rosa y porcelana. Los cajones impacientes recogen cualquier ropa sea como sea, apolillarse tan solo es cuestión de un par de palabras : sueters que destiñen, calcetines purpuras, donde esconder trastornos contra fines de semanas y escapadas nocturnas. Aún así las purulencias se dejan resbalar por los cristales de las ventanas. Todos los » te quieros » terminan en la mismas frase.
El misterio no es poner cara de duda. El apuntador con la con la pala grita frases guarras y señala directamente a la cara del próximo que ocupará el nicho libre de la semana , con la frase extraída de la canción triste que recuerda a la vieja plañidera o a su nieto enganchado a internet de pago y porno barato ( tan solo hay que remover las frases). Los niños y las niñas son iguales repetía el pastor, hasta que sientan a mear , pero aqui al fín y al cabo, todos se encierran con la habitación para adentro, luchan con sus propias defecaciones mentales. Existen muchas personas famosas con depresiones, o alguna enfermedad mental leve, a la que admiramos. Todo esto hemos de tenerlo en cuenta. Repite nuestra doctora de confianza.
Lo único que tenemos cuenta es la corriente, se imaginan mis compañeros, que con tal abultada cuenta corriente debe ser fácil ver todas esas capsulitas de tonalidades variopintas en fila, para uno mismo ( rombos, cuadrados,circunferencias,efervescencias, imposibles varios), placebos que nos hacen felices. Verdaderos chutes de depresores y excitantes, mezclados entre si, haciéndonos delirar. Pagados al contado a la Seguridad Social, con tu querido licenciado, pendiente de ti.
Lloran los crisantemos por la falta de clientes para el mes próximo, tenemos muertos vivos glorificados, a los que obligamos a sus familias a visitar, capturando nuevos clientes para esta nuestra industria, de lágrimas y olvido. Todo sellado, todo deshabitado, con las uñas hundidas en la próxima comida, incapaz de andar descalzo. Nos repudia la tierra que nuestros antepasados bendijeron y nosotros vendimos por metros, con piscinas y cunetas llenas de huesos de pollo y plumas a modo de vudú de nuestros vástagos , no quedan lugar para tumbas, solo pisos a 35 años, sin escuelas, ni secuelas, ni ganas de hacer nada. Marquesinas de autobuses que esconden el fin del primer sorbo. Chocolate caliente, transportado, hace años, por esclavos, que se ahogaban , atados, en el fondo del barco. Al salir a la calle, oímos algo raro, cadenas, murmullos. No se si volver para Besarte. Demonios internos.
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