Astros
Microscopios, y astronomía, parecen antónimos,y desean darse la mano con guantes, por supuesto, ambas sudan la mano de la otra. Rosas negras en la punta del zapato. Mi máquina de escribir parada a fin de mes. Escribía contando lo que apenas veía por los agujeros de las verjas de mis vecinos. Vergas sin sustancias, pintadas aun precio razonable según el P.H. de la piel. Los pinceles arrancaban tratos que los billetes más altos no pueden pagar, aunque a veces financien tratos que el tiempo es incapaz de soportar. Se estropean al mirarse en un cuadro. Un Dorian Gray que come algo, se saborea en vasos pequeños, frente a lienzos grandes. Si pague por entrar al menos pinte algo acorde con nuestras frustraciones.
Se me escapa el infierno entre los muslos, con el vello púbico grisáceo y las chinches muertas de miedo. Escribe mi secretaria números convexos, convertida a mi propia religión, y su primer infiel mi mano izquierda, su detractor, y la derecha la señorita que dicta los números. Se me olvido, decir que mi secretaria le gusta beber, y ponerme los cuernos, todos los miércoles de 7 a 6, padece una especie de dilexia poco convencional, por la que siento cierta simpatía. A lo mejor tampoco dije que era la esposa de mi otro yo, de aquel que era cuando era joven, músculos y joven. Ahora solo soy capaz de beber, no diferenció el alcohol de la lejía, así tenga el humor, la permito que sirva.
Astrónomo de profesión, me gustaría visitar las estrellas,creer que existe algo más allá. No soy incrédulo, ni carezco de fe en nuestra gente, nuestro propia raza, tan entremezclada entre si, que algún día debería de darse el caso de algo bueno, aunque solo fuera por probabilidad matemática, suerte e inmundicia. La basura es tal que al lanzar una foto al aire es raro que en alguna esquina no salga rastro de ella, y el cielo mira hacia los lados preguntándose si los agujeros negros no son parte del plan, puntos limpios, a los que se arrastran todo lo que sobra. No importa la velocidad a la que se nos acerque los miles de millones de años que nos de tregua. Somos parte del plan. Orbita cementerio, un ensayo más.
Cartas a navegantes que apenas entiendo y sextantes de tan alta precisión, que podrían doblegar a un GPS por ordenador a la primera. Me dice que observe atento. es capaz de medir distancias mínimas. Capaz de seguirla hasta perderme yo, el cacharro capaz de saber con exactitud que busca. Todos los microscopios son suyos, tan precisos como yo en perder la compostura y caerme, debo poseer un rango de acción de bastante calculable, al que ella es adicta, capaz de apuntarse con desdén cuando se enfada, lanzando una mirada fría. Y ponerse encima con desdicha en los momentos adorables. Caernos y levantarnos juntos, incapaz de verlos, incapaces de tocar, todo lo que sentimos, con mis aparatos encima, en medio nosotros, apenas somos un rato.
Ella , yo, a lo que nos invitamos. Tan pequeño, tan lejos. En medio, todos nuestros cronógrafos.
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