Escribe lo mismo en la pizarra, se lo han vuelto a borrar, es el tercer día. Hoy lo anota con un rotulador indeleble, le da igual lo que le digan desde el rectorado, como aquello de material que hay que cuidarlo, que mejor ejemplo serán si no los profesores nóveles. Y más si son féminas en alza, a las que se la beco desde el primer curso. No tiene en cuenta los años en cuenta los años que las esquinas del aula lleva cerrando su juicio. Siempre piensa en ella como una mala oportunidad, unas llaves que llevar a cuesta, pareciera que no son más que un objeto físico. Cuando en verdad conseguir ese manojo.
Miraba toda una vida de esfuerzos, preguntas y respuestas, que ocupaban horas encerradas en cualquier sitio, por que estuviese donde estuviese solo podía pensar en lo que debía responder para sacarse el título. cada paso era un avance para la carrera. Que se estaba tragando el resto de su vida y estaba empezando a pensar que le daba valor simplemente, por que era lo que le quedaba de todo lo que soñaba.
De muy niña había preconcebido su vida. Con ese manojo en la mano, con las llaves que significaban una sabiduría de todo lo que quería conocer, y cuando salia no solo a las calles contiguas si no más allá, se daba cuenta de que también había un todo, o por lo menos un pellizquito que la quería a ella. Justo en el momento, que prefería quedarse nadando en sus propios libros y, ello la no la iba a permitir quedarse sin deslumbrarse por los reflejos de lo que se lo venia encima.
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