Tentaciones fuera de hora
Su nuca miraba mis ojos, sin partir el reloj que a mi ya se me hacia tedios0, hasta un poco presumido. Así que salia de casa para no verlo de frente, soñandome con las agujas, como si de un caballito vudú se tratara. La mitad de las veces nos hubiera gustado que nos hablara , y ni las recordaba, pero para mi no era importante. Vida debajo de la camisa, abrochandome los botones por que no quedaba más remedio. Heridas que cicatrizaban con bourbon, y potaje. Golosinas de los nómadas de última hora. El momento ideal para llorar a última hora a la telefonista. Reírse de la gracia del día era la otra opción menos palpable. Los vicios, me olvidaba, me dejan uno a uno, ni siquiera me envían postales para recordarme que estuve ingresado en sus cuadrillas.
La saliva tiene un sabor p0r encargo, para usos varios la urna vacia después de un entierro. El último que quiso acudir fue el propio cadáver . Tan solo pasar revista, riéndose de los que lloraban a moco tendido, o rezaba, por lo menos lo intentaban, bien sabía el de buena tinta, que a muchos se les habría olvidado haría más de 17 años que no terminaban un «Padre Nuestro» entero . Con las 2 primeras frases, y taparse la cara en señal de condolencia entre los miembros de la banda bastaba. Al fin, todo se había terminado en el momento que el medico firmo, que le descendencia podía repartirse éxitos y huecos financieros. Deudas y amantes. Anillos de oros. Multas de coches flamantes.
No tenia ni para el metro, así que cogío sin pestañear el autobús mas cercano. Después de tantos favores, le conocía la mitad de los conductores, a ese resto no lo conocían ni las personas que los contrataron. El velatorio no fue tan malo, desde ahora tendría mucho tiempo y claro no se quedaría para el crematorio, nunca lo hizo, no iba a ser el suyo el primero. Desde que abandono el tabaco no quería flamas cerca. La urna quedaría vacía como cuando tuvo que votar obligado en su juventud, después de una dictadura tan larga no le pareció muy elegante que le obligaran a votar. Sus abuelos ( que eran responsables de el, mientras estuvieran fuera sus padres ) le obligaron a meter algo en la urna, ellos orgullosos, el entrego el sobre vacío.
La urna que se entrego en su funeral también estaba hueca. le pareció lo idóneo para guardar puros. Y así lo hizo. Al fin Tio Eulalio y Mr. Valentín seguro que sabrían apreciarlo, las urnas eran preciosas, color tierra y negro sucio. Unos Montecristos nº 4 Davidoff, y Julietas de los que gustaban a Churchill, el numero 2, eran lo que contenían. Cada uno para su momento.
Mr. Valentín le habría aconsejado que se perdiera por Cuba o alguna Isla del Caribe, en realidad el no tenia tan claro que ese clima tan prometedor fuera a ir con el. Se perdio entre el humo de los autobuses, los saludos y la polución de Madrid. No sería el paraíso, pero el la sabía vivir. Nunca pregunto. Ni donde ni en que sitio nos posarían los pies. Se que su destino se lo fue forjando entre amigos, favores y noches de esfuerzos.
Todos los que lo esconden y saben de el y su penúltimo paso, y no contestan a esta pregunta, y del último no escribimos ni a punta de tacón. Sonrisas hasta en las manos, nadie lo reconoce. Si lo buscas no lo encuentras. Entre los bancos de los parques dando de comer a las palomas, a quien lo necesite. Bailando Valses, tangos, R´n´R, o chotis con los que le quieren , las que le encubren.
Shhhh, Shhh
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