Poblados
Es una llaga a la que se golpea continuamente, hasta que lo que se pide es que deje de doler un rato ya que se sabe que jamas va a cicatrizar. Hay quien llora a ratos, que más miedo tiene gangrena. Uno se acostumbra a ciertos códigos , a ciertos calores, aunque sea contra natura. Nos gusta quedarnos cerca de lo nos produce a pesar de tener la bilis en la boca. Tengo sensaciones encontrada, se que debería perder este round conmigo mismo para poder ganar la pelea final, ser comedido de vez en cuando. Saber por donde saca los brazos. Donde había agua ahora hay hielo, hiel y olvido. La sangre no cura a la primera. Cubos de sangre demacrada que le gustaría llenar de razón.
Compañeros de viaje, con las manos gastadas, contado historias desvalidas, llenas de tinta, de vinagre, y muchas fragancias, en especial esas que se venden en carruajes por precios desorbitados y curan cicatrices que se inventan para la ocasión. Algunas nos recuerdan a la infancia o al mejor momento en matamos o fustigamos a sus fantasmas. En mi caso empece a darles cobijo en mi casa con cuarto propio y privado, a los que dote de baño y cama.
Hay hermosos dibujos en la televisión para niños irreverentes, que se lo pasan pipa, requetebien haciendo de las suyas, saltando y brincando encima de la piltra y los bosques o de cualquier bicho o seta como el mismísimo Mario Bross. Las huellas dactilares me queman todo lo que toco arde, me arde a mi personalmente. Me siento imposible. Provoca violencia cada vez que entra , aunque por no entrar a su juego, los niños escapan de casa cada uno con una escusa diferente. Partiéndose los labios contra los marcos de la puerta, corriendo de un lado a otro negando, las verdaderas razones. Salen y no vuelven hasta la noche, cuando saben que van a encontrar todo limpio, sin fantasmas de dos patas. Cuando eran más renacuajos elijan mantenerse cerca y en la calle, allí no tenían pestillos pero tampoco había nada a la hora de ir a ningún lado. A mi me siguen ardiendo los dedos, noto las heridas, noto las heridas en las yemas, a pesar de que me empieza a dar lo mismo, tanto mis hematomas como mis heridas en las huellas dactilares que tienen apellidos donde quieran que han estado. Tarde o temprano alguien pregunte por ellas.
Tengo hambre de algo que ya no se cocina, no quedan recetas apuntadas, ni nombres para que desapareciera con el tiempo, con los años. Llamadas a cobro revertido desde un sueño inaudito a tierras extrañas, a un burdel cerrado por falta de pago. Un vertedero de almas. Mientras un showman negro intenta convencerte de que su trabajo es necesario, mientras cojea su maquillaje gotea por las lágrimas , de saberse perdido. Una bailarina con las piernas rotas, y la conciencia en otro baile , en donde encaje borracha y sin ningún teléfono que la alivie al saberse inconclusa. Tu venganza dormida tirarse desde el balcón, no es una represalia adecuada, en realidad marcaría un triste final. Un lavado de curriculum en cerebro pintado, pantomimas de mono adiestrado. Un primer beso en la puerta de la iglesia, te prometo no volver a vivir de prestado. Escribirte, con las líneas mas bellas, quitar las vallas del jardín, no acotarlo, que nunca más sientas miedo.