Deudas
Abalorios sobre la mesa, mensajes falsos, como una enredadera en las manos, Sobre el propio cuerpo, es un error el escuchar cualquier cosa que te aplane como un sello, una superstición. Un sonido extremo y olor nauseabundo que se golpea contra la nada. Aire que mueve aire, y sin embargo se rompe con el golpe y, se abre, se hace daño. Hasta tal punto que no para de preguntarse que le sucede. Agujeros, y gatos negros, escaleras desde las que se tiran los dados, buscando números primos, especialidades delante de cualquier persona con ciertas especialidades.Rompemos las ideas, algo debería haber notado antes de, haber entrado al trapo. No dejar marchar muchas mas opciones en este momento, si quieres comprobar algo, debemos hacerlo por nosotros mismos y, los fenómenos naturales y, tragedias las tendremos tan a flor de piel que no nos quedara mas remedio. Aceptar la verdad.
Nosotros mismos somos piezas de un puzzle que no nos atrevemos a montar. Servilletas y murmullos, ideas de manos distraídas, incapaces de llevar las cuentas al día. Menosprecio los golpes que nos quedan contra el pavimento y, hacen que la mayor parte de nosotros terminen en la papelera. Expertos en sangre, sin darle la mayor importancia. Nadie vino, ni aviso que el día que nos quedaramos fuera nos convertiríamos, completamente congelados, en una imagen que no volveríamos a ver. Quiero tenerte cerca y, soy incapaz de ver más allá de dulces imaginarios, mientras por nuestra garganta corren cuentas y sangre. Poca cantidad, imposible de matarnos. Las supersticiones nos vuelven a dejar un poco fuera de sitio.
Un gato gris, debío de comerse el blanco al negro. Sus ojos amarillos cegados por la sal, seguramente se escuecen y duelan. Una mezcla que no a vuelto a casar. Bolígrafos y sillas vueltas. Nada a quedado tras aquellas peleas. Ni siquiera la sonrisa al recordarlas a los borrachos de melancolía. Botellas de insomnio. Pastillas para la tos, que huelen deliciosas, «y saben a todo menos lo que realmente llevan» . Canela, nuez moscada y azucar cané, por tu cuerpo. Debatiendo las evidencias. En una noche gitana. Tu cuerpo abierto, déjame que te cubra, en oscuridad y besos, con mis manos, impiden dar cuerda al miedo y sean tus piernas las cuerdas que me atan, en este baile eterno. Canela suave, nuez moscada que se deshace entre mis dedos y los tuyos, azucar cané me sabe tu lengua e intentando averiguar los sabores que te contagio. A cada milímetro algo nuevo, tal y como tu sabes, no necesito mayor alimento. Ahora y para siempre. He elegido, es lo que quiero, demostrado.
A traumas le saben a otros, a supersticiones, siendo incapaces de estar en otro lado, siempre mirando con su ojo, de que pudiera pasar. Ando y me encuentro en cualquier lugar, con alguien, que me puede contar cualquier cosa. Ahí quien me pide que le abandone en la primera esquina, necesita seguir solo, hasta que se encuentre y se descubra. Tenga que decidir por si mismo, si debe tirarse desde cualquier ventana para no dejar que nadie le exhiba, dentro de un cajón, como si fuera un animalito de feria. Pintado como un muñequito de luz solar que menea la cabeza y el rabo al compás de los rayos del sol, o un superhéroe barrigón que no cabe en el traje. Otras personas miran, y se refugian debajo del ala de alguien que hace de mama pato, esperando que las caricias prefabricadas se fabriquen en serie, cerca de las alcantarillas por las que pasan. Allí cualquier día les asaltara el poseedor de todo aquello que saben que tienen y no necesitan.
Debajo de mi brazo, esperando una voz de cariño, mientras los chirrían los cierres de los negocios, que quieren irse a dormir y asustan a los abrazos solo que podían merecer. El resto de la gente eres tú , y vales tanto.
Para esa persona y … Antonio Javier, si claro «Tony»,
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