En el mismo lado 

 

No siempre me encontraba en la misma situación. Con el paso asincopado, cada uno tomado con un tiempo diferente. Sin predecir demasiado a donde me llevaba el siguiente,  en mi cabeza el mismo reto. Seguir pensando lo mismo que siempre, todos los días, cambiar como el tiempo. Aceptar que cada estación ,es una opinión más o menos caprichosa que termina por dejar su impronta en el paisaje, de todos los días. Y cada uno parecía distinto, con el que gusta desayunar una cosa diferente cada día. Y entre caprichos, pareceres y criterios, se iba escribiendo un cuento, nunca en línea recta, con unas bifurcaciones demaseado oscuras que nadie usa, sabiendolas más difíciles.

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Paso a paso se mella en la graba al pisar. La marca profunda de identidad propia. Debía de acercarme a su casa, algo que llevaba haciendo una vez a la semana desde hacía  tanto tiempo que ni siquiera capaz de recordarlo, como tampoco era un día fijo. Simplemente iba y hablábamos. Yo me solía tumbar en la cama con ella, si era posible, y en función del tiempo, elegíamos entre un té caliente, un chocolate, o una piña colada, que tenia preparadas en la nevera, cuando yo llegaba. Siempre amenazaba con negarme la receta por y para siempre de los tiempos. Las dejaba preparadas Marga, su chica para todo, que en los últimos 22 años había desarrollado labores de todo tipo.

 

 

 Me quitaba los zapatos y permanecía junto a ella, hoy seria de esos días que tendría que dejarlos en la entrada, se habián llenado de barro, y no creo que nadie quisiera llevarse mi par y además era bastante ratito en cuanto a gustos , así que no tendría problemas.

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Para mi tener móvil era una de las pruebas más irrefutables de que las plagas de Egipto estaban por repetirse, pues eran lo más parecido a las langostas que tendríamos en este tiempo. Pero todo cambiaba cuando el sonido del Invierno de Vivaldi sonaba en mi pantalón y lo llenaba de lucecitas. Sintiendo un escalofrío típico de esa época, al saber que iba a verla o saber de ella, era su tono , solo para ella. Hicimos buenas migas desde la primera vez que fui a verla, me perdí. Ella tenía el enfado más grande que nunca hubiese tolerado. La verdad  pensé que había desayunado puñetas. Su camino había sido más largo que el mio, y no pudo coger atajos, y sin poder admitirlo era yo el que tenía el alma cansada. Toda una vida postrada haciendo lo imposible para poder salir de vez en cuando. Como se lo voy a explicar, decía su madre a modo de rezo, sin ningún tipo de credibilidad, su propio mantra » Nunca créeme nunca nadie nunca se va a fijar en ti, si siquiera bajas a la calle tres días seguidos, en un año, prefiero romperte yo el corazón a que lo hagas tu misma por despecho o cualquiera de la calle, que se ria de ti , es imposible que nadie te quiera». Su madre no estaba siempre, ella era bastante independiente a pesar de la situación, por lo menos se preocupaba por ella.

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Vivía sola y pidió una chica a la comunidad que se ocupaba de la casa y tuviera todo a mano. Lo que nos mantuvo juntos durante tantos años fue la creencia de merecernos algo de amor . Incluso empece a buscarla la pareja perfecta, algo que para nosotros era turbador, y nos pasabanos tardes enteras cantando Karaoke, o lo que se terciara. Es duro andar cerca de una hora para saber que uno va a reconocer un cuerpo con el que a pasado tantas. Sabía más sueños que nadie, y cumplirlos solo con mirarte.. …A partir de ahora otro camino, sin estaciones, sin lugares donde pararme, sin nadie, sin olvidarte

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