Jack´s de 3´5 mm
En cada puente nuevo no podíamos imaginar lo que se nos venía encima, en parte el trabajo nuevo, las fotos lindas y los lapiceros de colores con los que subrayar y colorear sin salirse de los bordes. Lo que luego dejaría sin aliento a los que luego serían nuestros clientes, que esperaban encontrar algo que les privara de pasar de pasar hambre el primer día, y les ayudara a pagar sus descapotables el tercero. Como si creciesen en los árboles las propias risas. En las esquinas según las doblas, se pueden escapar escaleras arriba, incapaces de bajar. Lo que ocultan solo lo saben los que las subieron y viven presos en un primer piso desde el cual se tiran.
Presos, indignos e indignados, creyendo que consiguieron algo que mereciera la pena. Algo con lo que abrir sus ojos cerrados, herméticos por el sueño de dejarse caer tranquilos en un sitio en el luchar significa perder la vida. Los que envidian lo que sucede cada noche, el valor de los que se atreven a cruzar el angulo opaco de las calles. Donde nos resultaría gracioso oír el ladrido de un perro, el pasar de una moto, y el criqueteo de las ruedas de un puesto de castañas, con su olor, mientras apenas acierto a saber cual sera el último sitio que pisé. Debo de estructurar esta foto en mi cabeza, si debe ser la última. Para tener un recuerdo de algo, más o menos real.Después nos quedara ir al cine, todo menos todo con miedo, todo mentira. incapaz de saber uno donde se encuentra, y se aferra a lo último que vio, a todo lo que se encontraba en mejor estado.
Parado en mitad de la habitación contigua a donde se deciden las próximas ejecuciones y, el sonar de las escaleras. Tengo edad suficiente me decía a mi mismo, mientras los demás los demás se reían, y es que nadie la tiene. Solo se puede aspirar a fallar lo más mínimo, en el día que intentas preguntar, a uno a uno por lo que creian saber, delante de un cristal., delante del espejo, falsificandote tus propios engaños. Delitos consumados en mitad de una acera.
Te pueden contar historias, y tu finges interés al oírlas. Todos al mismo saco. Nada nos divierte más que las piñatas fuera de hora, donde los golpes son a mano armada y, lo que cuelga finge estar vivo, un día más en el centro de la diana. Dejar pasar el tiempo hasta que se asientan las historias. Unas fallidas de milagro, otras fueron un milagro que no fallarán, otras adrede metieron el dedo en la llaga. Con un pulso incierto que tuvimos, pasaba por hacernos los muertos y, el pulso igualmente nos temblaba. Partimos a los mismos desahucios. Ver una y otra vez la misma pantalla apagada. Nadie merece la pena. Ninguna pena.
Perniciamos nuestras penas y, lo único que queda de ello fue el falso ejercicio de esfuerzo, cara a los demás y , sin embargo tenemos molidas las manos de caernos deshechos continuamente, justo en el momento que parpadeamos, nada es lo que parece. En el barro quedaron perdidos los besos, margenes en las historias corrientes, que se escriben en cualquier parte.En lagos mágicos de pega, en fines de semana normales lo mas lejos posible, con la velocidad en la cara dándonos de frente, escapando de esa esquina que nos tiene preparados las escaleras al patíbulo. Uno nunca deja de ser gente corriente, entre una multitud. Buceando.
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