Tus ojos color zanahoria ( segunda parte)

Imposible encontrar que creamos que merezca la pena más allá, de aquello que en algún momento se traducirá en dinero en nuestra corriente o de débito y aún así frustrado,  pues no siempre es así . Las transacciones que implican amor y cariño se vuelven especiales e imaginativas. Pero no especiales de mariposas en el estómago, si no de mordaza y habitaciones acolchadas, de electroshok para ser exactos, e imaginativos  a no poder más. Pues como no, nos haremos un amigo imaginario y una enfermera sexy más imaginativa sexy más imaginativa aun, mientras nos cocina delicatessen una abuela pertinaz producto de los últimos calambrazos. No nos relacionamos con nuestro  propio reflejo.

Luces ámbar en todos nuestros sentidos, quedan reducidos a posos de té. Las luces rojas y verdes. Solo nos queda el ambar en la que nos mecemos como mosquitos del pleistoceno. Los accidentes son productos del orden del día algo por lo que reconocernos, cruzar sin mirar por nuestra propia vida. Curas de sueños que no existen, nos abrazan y se ríen. Aquello que necesitamos al alcance de la mano, separado por un vidrio y, unos cascos en las orejas por los que podemos oír las partituras, solemnes ideas, desquiciadas, que nos hicieron felices.

Tintas vieja, que pretende escribir propósitos nuevos, antes de quedarse seca. Te veo desde mi ventana, todas las noches. Te mando besos cuando no me ves, apenas aciertas a saber a donde me encuentro. Un tablero de ajedrez, donde al movernos, nos dejamos caer ( en diagonal ). Hasta adivinarnos al final y, cambiarnos de color. Mueve mis fichas, y comprobaras que falta el ángel alado. Mi turno, adivina mi próximo movimiento, quédate quieta o se valiente, sal a mi encuentro, labios ardientes ( tuyos y míos).

No se todos los nombres

ni los rostros

con los que te exibes, me quedo quieto

te acercas tenue

es lo único que se

 y debo hacer.

Hace tanto tiempo que me fui , perdí las costumbres

con las que nos conocimos.

Errados.