Diferentes lados del día
Pueden manchar a cualquier persona y hacerlo con regocijo, no es que tenga especial cuidado , aparte de eso, si algo le divierte es quejarse el resto del día por lo más nimio, según las personas que comparten con el cuarto y cena. Pedía cosas a diario, ininteligibles para la mente humana, como un juego de dardos a la madrugada, pues creía que eso le arreglaría los nervios. Una buena Pinta y un partida no le viene mal a nadie, mientras no le saquen a uno de la cama para ello, como si hiciera imaginaria a las 3 de la madrugada.
Otra de las grandes ideas era salir a las 8 o las 9 de la noche a cazar animales que ni siquiera existían en la comarca y, además estaban buenamente en su descanso, en páramos en los que nadie había puesto el pie ( y en lo que el no se atrevía ), con la esperanza de alcanzar al Yety o un Bigfoot, pues se tenia muy en cuenta como aventurero, y gran estima a su propio valor ( a pesar de chillar como una vieja con las cucarachas ). Cambiaba el itinerario a su antojo y su gran conocimiento meteorológico (nulo por cierto ), pues creía que comer antes de las grandes lluvias beneficiaba al cuerpo ( esto suponía grandes engulliciones a horas inesperadas o momentos de ayunos que podían durar un par de días ) algunos de los ayudantes pactabamos pequeños bocadillos con los cocineros, a pesar de costarnos que bien podrían costarnos el puesto.
Nunca encontró solución a esto, más allá del arsénico en la comida del señorito. A todo le veía pega y, todo de color de negro, incluso aquel regalo que le hicieron de la embajada de Nigeria, una avioneta. Lo primero que hizo fue encargar un registro se ese modelo y copilotos a los que hizo volar con la mitad de combustible varias veces ( ilegal, lo se. El hambre y el parné mandan ) . Para que dejase de marear tanto , lo único que fuimos capaces de hacer fue comprar sangre en el matadero y vísceras de cerdo y llevarlo todo a la zona de pilotos. Al ser tan aprensivo, tampoco tuvimos que dar muchas explicaciones, ni ser unos artistas de la triquiñuela, al comunicarle que uno de sus pilotos no presurizo bien la cabina y, esto dio lugar al fatal accidente.
El fue el mayor verdugo para su condena, telarañas en las que se enganchan todo tipo de presas, agazapadas, atemorizadas, en las que de repente se acerca el fuego. Todo prendido, en el centro el monstruoso miedo, que se queda en nada, y el terror que todos tenían agonizando. Sin proveer que ahora las posibilidades de caer eran mucho mayores, el mejor parado no quedaría vivo. Tullidos sordos y ciegos con esperanza de nada que terminarían por enseñar al resto lo que es la voluntad.
Soy incapaz de ser paciente, al ver la necesidad real, lo que pida no tiene que ver con nada. Mientras se nos escapa las dudas para servir a un señor que no deja de ser nuestras propias mentiras cuando no queremos ver las realidades que dejamos a los lados, par no ver de frente y, nos gusta de ven en cuando confundirla, para ovacionar con la multitud nuestras propias limitaciones, sin querer abrir las puertas del hedor a las obviedades. Hace tiempo que el coche no corre, el vehículo no nos mueve ni el flequillo. La falta de querer adivinar lo obsoleto del decorado, si acaso reconocer a los que nos dieron. Mirar a los ojos, a los que necesitamos y devolver lo que nos negamos aceptar que nos dieron. La mano que nos tendieron. Empezar a ayudar, Dejar de dar palos al agua, sin conseguirla hacer daño, tan solo salpicarnos. Variar nuestra forma a lo necesitado.
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