A media tarde, con la puerta por fuera

Bailaba entre los adoquines por mitad de la calle, adormecido por la mañana, dejado que me mereciera el frío, habría a quien le molestara pero a mi la verdad, las ráfagas de aire y, la temperatura gélida, me alimentaba la imaginación. En un momento me transportaba a los bosques nevados de Canadá, con todos sus animales correteando por mi lado, que dejaba sitio a Groenlandia y su fauna particular imposible de ver en ningún otro lado del planeta ( pinguinos, focas y osos polares), seria gracioso que se ocultaran en el trópico y ver como se deshacen a modo de helado de fresa en un microondas. Toda su capita de grasa, por los suelos. Una vela de cumpleaños que no da más de si, esperando a su homena jeado.

Salir a la calle, un viandante cualquiera sin que nadie reconociera mi rostro, me había costado una mudanza. Daba igual el por que de mi fama, si era fortuita o totalmente labrada, como un actor de teatro o un concertista de piano, ensayando al menos 8 horas al día y 12 años de estudio. Actualmente al salir por televisión, se quedaba tu cara impregnada en la retina del resto de los humanos y era prácticamente imposible salir a la calle, sin que te señalaran con el dedo y te hicieran o hiciesen comentarios, más o menos constructivos sobre tu persona y lo más divertido sobre alguna a la que te parecieses. Con eso era con lo que de verdad disfrutaba ( me tomaban por un futbolista, normalmente)  y me decían » oye no te preocupes que con tu arrojo, en el próximo partido los machacamos» otros no tan contentos preferian machacarme a mi.

Había días tontos en las que miraba por Internet  a esas personas a las que me asemejaba según el populacho ( me incluyo ), y me vestía parecido e imitaba sus vestimentas y poses. Nunca faltaba el que reconociera al personaje e incluso quien se quisiera sacar fotos conmigo pensando en ese otro. Creo que faltaría a la gente honesta que me escribe a mi personalmente pidiéndome un autógrafo verdadero «Escritor de renombre, guionista, dramaturgo y  ensayistas de peso y tantas cosas serias»  que se dedicaba a hacer niñerías en sus días de reposo,  lo que a decir verdad me entretenía. Y mucho.

El viaje  había sido provocado tanto por mi salud, como el aluvión de gente postrada en la puerta de mi casa, de la cual era imposible entrar o salir, inclusa la chica que me ayudaba era vilipendiada o agasajada con todo tipo de regalos. En mi vida creí que me fuera a convertir en algo parecido a un icono del Rock. Ahora resultaba que la gente me quería , no solo eso, me adoraba. Me parecía genial, pero estaba más acostumbrado a los pitos de mi adolescencia donde tenía que salir corriendo, por hacer pintadas, colarme en los cines,  acompañar a las manifestaciones de la universidad a mis amigos ( por aquel entonces yo ya trabajaba, ni mis padres, ni yo ganábamos  tanto, como para ir a semejante sitio) y, m´las tarde no había frase que escribiera que no tocase las narices a alguna persona con suficientes apellidos como para dormir en casa de un amigo.

Ahora me paseo con la cara de otro y no hay cosos que me apetezca más, mientras sello todo lo que escribo con mi nombre, mientras espero conocerte, en este retiro, no necesito alias, la gente se confunde sin mas, persiguiendo sus propios héroes. Gente a la que admira Me siento bien en mi busca y también los admiro, en su día a día.