Pintaparchis a oscuras
Tiene sueños, como cualquiera me diría y, puede ser, pero sus ojos se iluminan de una forma especial, cuando se sube a las rocas, mira a lo lejos creyendo ser piloto. Por ahora eso creé, el mejor que conoce. Un piloto que llevara comida a los que no tienen que llevarse a la boca. Medicamentos a los que sufren y rescataría a los que naufragaran en islas desiertas o se encontraran en apuros. Se escabulliría de las balas de un fuego enemigo imaginario, que no deseara su presencia, o le interesara el sufrimiento de terceros que a el tanto daño le hacia. Se sentaba en las rocas de su pueblo y miraba al horizonte donde se perdía el sol y no paraba de hacerse preguntas, ya no era un niño le dijo su abuelo, era hombre y esa era la señal ( empezaba a cuestionarse la vida ) el próximo paso, no era otro que ser consecuente. Si quería ser algo en esta vida, empezar a responderse, tal y como debería de ser lo que quería ver alrededor.
Los años también pasaban factura en el cuerpo de Daniel y empezó a escalar los árboles, que se encontraban cerca de su piedra favorita y, veía más lejos el horizonte. Las preguntas se volvían más profundas y, al extender las manos no faltaban las intenciones de volar. Convirtiéndose en esa persona responsable sin llegar a saber por que. Un día se despertó y tenía enfrente del espejo a un estudiante de medicina de matrícula. Tal vez no era el mejor piloto del mundo, pero a su lado siempre me paliaba el sufrimiento. No hacía falta irse muy lejos para ver de cerca las injusticias. Enfermedades que hacía que se encoguiera a uno la garganta. Nadie quiere estar postrado, desechos de una situación o una enfermedad que no viene a cuento, ni esa dolencia no se merece tener a ciertas personas demasiado especiales asociadas a su nombre.
Cuando quise darme cuenta y lavarme la cara, la persona que tenia en frente del espejo y se lavaba los dientes gastaba cerca de 35 años y era médico. Reputado, de referencia y no piloto. Ahora se apoya en esa roca y se pregunta sobre la vida. Se responde, si no podría volar donde aquel niño pasa hambre, dolor o teme por su vida. No vale plantearse algo, hay que ir. Queda ser consecuente con el mismo cuando apenas tenia 8 años. Hace algo de tiempo le dijeron, entre colegas, que posiblemente le quedaran entre 6 meses y 1 año.
Lo que fuera pero un pacto con uno mismo no lo rompe cualquiera. Es la noche y apena puedo ver amaneceres, no quedan tantos atardeceres para esta roca. Si quiero despedirme tendre que esperar en mitad del campo a que empiece a alborear. Tumbado y en mitad del campo, le encantaba a su abuelo. Excepto a el, no le dicho a nadie que no pienso volver. El cancer se va y yo con el, me lo llevo lejos, donde valga para algo. Si algo se debe se paga, uno a uno. Al único que temo es al aire que respiras que se queda a tu lado tan adentro.
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