Ojos tumbados sobre un mar muerto
De un día a otro tumbado sin vigilar nada, observando todo con detalle a punto de abortar cualquier idea. Al borde de cualquier precipicio. Demasiado triste como para preocuparse si las cosas se abalanzan sobre el y terminan, mientras sufre mucho más al mantenerlas. A ras de la garganta la bilis ácida, quema y desarraiga. Pintalabios baratos, músicas que desconoces y de repente de atrapan para llevarte a lugares que no has pisado antes y, no harías por voluntad propia. Una vez te encuentres allí no queda más remedio que luchar contra el asco que le produce cualquier cosa a uno mismo. Recordar no vale de nada, una voz no para de indicar las salidas equivocadas con tal de ser rápidos a pesar de que el sitio al que vayamos solo sirva para destrozarnos a nosotros mismos.
Bebidas frías que congelan nuestros cerebros, necesitarla comentarte algo pero seguramente te dejaría en el mismo estado en el que me encuentro, y nos compensa a ninguno. Ando deprisa y no nos compensa a ninguno, son mis dudas, las que hasta aquí nos trajeron, lo salvaje de mi piedad, lo que esbozo sin ser capaz de decirte la verdad » que te quiero» , que si mañana me quedase una sola cosa, de las que poseo, me daría igual por tenerte cerca antes de que terminase el sol de caer, por que le tomase el pelo y verte un rato antes de oclosionar con el. Mi trabajo mi reputación, lo que significo para cada uno de mis amigos, el dinero, papel bastardo y cada uno de esos céntimos…
Las miradas mezcla de envidia, respeto y admiración que me dirige la gente por la calle, no ser el mindundi que se mira al espejo, y pierde la noción del tiempo ( lo que esto significa ), por que nadie espera en ningún lugar, los rincones no nos tienen en cuenta. Me pierdo, no siento nada, excepto lo que quiero para ti y, ahora tengo que decidir: para ti lo mejor y aceptar las consecuencias. Puedo comprobar al ponerme de pie como cambia de color el paisaje, todo es mas bonito y, a desaparecido el hedor, parecen las cosas mejores y, nos están esperando sin cosas insalubres. Para ti y para mí.
Se ha vuelto de plástico irrompible, precioso y limpio, del tacto de los anuncios de televisión. Galante con clase. Hasta que te acercas y puedo comprobar que tus dedos nunca pueden alcanzar a eso que reluce ya bien sea de ese material brillante y caro, esa baratija reluciente e impoluta. Tus manos reciben un azote cuando se encuentran a escasos centímetros, algo se acerca y golpea, te hace retraer los dedos, una manopla que te sesga como si fueses una molesta mosca. La bonita música deja de sonar y se puede comprobar el cambio de banda sonora original, por un lamento vejatorio y acusador. Se encarga de meter a uno en la cabeza, la basura que rodea a lo amable, cortes y atento su suciedad en los bordes.
Te alejas, soy un dibujo en blanco y negro, destrozado que se extravía en el camino a casa, descuidado por sus propios despistes. Soy incapaz de encontrar mis propias equivocaciones. En un solo color, manteniéndose en un punto, buscándolo, por no hablar del mismo tema, rodeándolo, sin llegar nunca a nada. Equivocaciones antes de llegar al último sitio donde nos mandarían al afuera, al otro lado del cristal, mirar sin poder tocar, , nuestra propia vida.
Aguja e hilo reparando el miedo.