Miradas en lugares difentes
Te quiero, pero no de ahora, puede que no sea lo expresivo de esta zona ni del edificio, pero al menos lo deje firmado. Reconozco que con solo eso no vale, pero lo tengo claro, no dudo. No voy por hay comiendome el tarro, con ideas infundidas. Ni babeando cada vez que veo a otra. Listas de bebidas antiguas que es raro que nadie te pida excepto si vive anclado en los dos siglos pasados. Hace dos días me paso algo parecido, un mensaje pasado de rosca y, una reunión algo turbia en una esquina para apenas decidir una adivinanza, cuya resolución aun me deja frío.
Perdido en un lugar con más luz de lo normal y, caras cansadas en un vagón viejo. Alguien habla más alto de lo normal y, una última frase me despierta, me confiesa que ni es tan viejo ni tan irreconocibles sus caras. Permanecemos juntos unos contra de los otros, más cerca de lo que queremos y, se nos atrofian las ganas. Un nuevo día que no se merecen que lo tachemos del calendario siquiera. Libros antiguos, otros decrépitos simplemente, que nos miran de cerca, recordándonos que ninguna de nuestras frases son nuevas. Me quedo parado cerca tuyo. Al lado, Sin que nada pueda adivinar que es a propósito (que dirían los niños ) y escapo en es en este estado en el único lugar donde encuentro donde encuentro un poco de paz.
Me recuerdo a mi mismo antes de que pudiera tracionarme ami mismo. No nos quedan ganas de decir mentiras o, mejor dicho de convencer al resto de lo contrario. Ni que nos digan las frases de siempre que a nosotros nos suenan a solemnes tonterías. En una esquina escribiéndote. Hartos de otro día. No me saben a engaños, aunque se me cuelan brotes de esquizofrenia. Disentidos y conocidos por otra gente que nos presentaron en alguna fiesta de la que salimos por piernas ante que el anfitrión nos pudiera echar en falta. Metidos en la fuente. Justo en las puertas. Me juraste que algo nuevo pasaría y paso. Ahora nos encontramos confesándonos a punta de pistola en la puerta de un edificio al que no llamaría hogar , ni casa. Ni siquiera me plantearía plantar mi felpudo. Las ratas quieren y no pueden plantearse vivir allí . Los bichos y las humedades se les adelantaron, después un cierto mal rollo.
Tu y yo a pesar de lo presagiado y las dudas de lo que se nos antojase. Necesitar no es lo más bonito de este mundo. Latas por el suelo, no se como suenan. Creo que nos ven como planta y, nos hacen creer día tras día que las luces que se encienden son las de otro. Y entre medias no se nos ocurre otra cosa que la de amarnos o dormirnos. Una responsabilidad como cualquier otra. demostrarnos amor ante de que todo salte por los aires.
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