Primus
No todos los coches son iguales ni sus caracteristicas, ni lo que significa llevarlos, lo que transmitimos a nuestro entorno. Llevaba escuchado esta cantinela cerca de una semana, 6 días para ser exactos. Me encantaría llegar a un restaurante y que antes de darme la carta una señorita con una sonrisa preciosa me dijera » Gracias caballero, ya esta en camino el calzone al prociutto que tanto le gusta y el steak Tartare de kobe con especias indias que llevamos semanas mejorando». Mientras que quito mi liviano abrigo, antes de dejarlo en el guardaropa. «A pesar de que un vino chileno sería lo adecuado para la ocasión, serviremos con gusto unas infusiones de té verde kokeicha en los primeros y de té rojo con frutos rojos en los segundos, pasando al té azul en los postres, que por supuesto serán tiramisu y gofre casero con chocolate blanco y dulce de leche.».
Entretanto esto no ocurra no me creo nada de eso de que el coche habla por mi, es capaz de elegir el café, y como mucho realza la prepotencia de las personas que se niegan devolverme el coche en el parking o me miran pidiendo propina en más de un sitio. Una de las cosas estupendas de tener esposa.. Ver como le crujen los ojos cuando tiene que aflojar en ciertos sitios.
Tengo las manos resecas de ir a todos los lugares a los que voy. Es una especie de soriasis. Llegas te acercas, mantienes una pequeña conversación , más o menos agradable, hasta que comprueban que tienes posibles para abonar el auto. Y si la cosa mejora, por arte de magia, te montan en unos de los coches más caros posibles y te piden que notes la comodidad del cuero ( excepto si uno comenta, o lleva cualquier indicio de su simpatía a la vida vegana ). Lo bien que sujeta el volante, lo especial que se siente uno.
Para que negarlo el sobra y aveces incluso uno, el ordenador del vehículo, tiene mejor conversación que uno mismo, en ocasiones un poco hastiado con la vida y, en lo único que se piensa es en llegar a donde uno necesite en el menor tiempo posible ( si es la bombonera mejor ). Te preguntan los amigos «¿ te gusta conducir?», pues claro pero no con esta mierda de tráfico, carreteras y, al lado de estos merluzos, que se acuerdan de mi madre más que en todos los Santos. Me mencionan los muertos más que en México el Día de los difuntos. Por eso puse una calavera que se asemejaba a Frida Kalo en mi antigua tartana. No me gusta tirar las cosas si aún sirven pese a tener dinero para renovarlas.
Sigo pareciendo un mapache dentro de mi propia casa, entorpecido que choca con cualquier cosa, rescatando chismes viejos, así que tome por patria chica el coche. Es como renovar Constitución después de una dictadura. Voy, vuelvo, hago recados, siempre dentro. Me escapo dentro y me fumo algún cigarro, allí donde no hay nadie, donde todos me necesitan , me llaman o me escriben, si quieren realmente verme. El viejo se lo regale a mi hija. Separados por una pequeña gran distancia coincido en una dehesa cerca de casa. Ella con sus amigos, yo no digo nada. La observo lejos con mi cigarro y mi cerveza. Busco a su madre en sus promesas.
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