Ayudándome a relajarme
Entre y no vi a nadie, si quiera sombras que anunciaran algo. Lo que fuera que indicara que debiera ponerme nervioso o triste. Si quiera una marca de ternura o leve alegría. Lo que fuera , que señalara el más mínimo movimiento a un mimo. Comencé a reír al verme solo y todo el espacio para mi y mis sentimientos, algo que en los instantes más inmediatos iba a ser simplemente para mi. Lo que yo quisiera que se posara como una mariposa en la mente. Una idea fijada en mi frágil cabeza, llevaba a pensamientos diversos, a ideas que confrontaban con otras, de paz y virulentas. Graciosas y otras que hubiesen hecho llorar con solo pronunciar la primera letra.
Descubrir al resto. Tampoco era lo que más me iba a gustar en los instantes posteriores. Crei en un momento que todo era lo que no estaba en mi poder. Pase de pasar desapercibido, la gente acostumbraba a no contestarme a la primera, ni siquiera a tenerme en cuenta, si no fuera por que mi fuerte eran las finanzas y antes o después no les quedaba más remedio que prestarme atención, comenzaban a tratarme de Don. Para ser sincero en este mismo instante cuando te apuntan con un arma de fuego a la cabeza, el dinero nos iba a valer de más bien poco así que me dedicaba a desplegar mi oxidado encanto personal. Demostrame a mi mismo que no era nulo.
Daba igual en que idioma hablara a las personas que tenía en frente mia, balbuceaba palabras que me recordaban a cualquier país escandinavo, lo cual esperaba que jugara a mi favor ( entonces en ese mismo momento empezó a desembarcar en mi cabeza un gran barco de Vikingos, que me puso en jaque ). Me dispuse para el acercamiento corporal, alguien tenía que dar el primer paso y, supuse que si me veían de primeras como un amigo, les costaría más asarme y servirme como una cena cualquiera o directamente cortarme la cabeza y usarla como tótem de virilidad.
Puse su mano en mi hombre y luego la mía en la suyo, como primer acercamiento, en una especie de acercamiento ligero, note que me miraba con recelo, pero dejo que hiciera mi pequeño ritual de amistad. Al final una tercera persona apareció de la nada y me ofreció una especie de collar de metal, mirándolo más atentamente se podía ver sin mucho disimulo que eran latas de Coca-Cola, me enseño su boca sin lengua e hicieron unas señas. Igual mutilados. Me señalaron hacia atrás, iba a ser el festín ( mi boca ) , de quien tenía detrás y no había visto. El mismo que había comido sin recelo el apetitoso bocado de los demás. Yo era el primer sacrificado de esta nueva Primera Historia.
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