Con la suerte metida en una taza No suelo ver amanecer, ni esperarme a tu llegues para hacerlo juntos. Subir a la azotea, sin pedir permiso en un sitio donde los colores empezaron a sobrec…
Mes: febrero 2017
Con la suerte metida en una taza
No suelo ver amanecer, ni esperarme a tu llegues para hacerlo juntos. Subir a la azotea, sin pedir permiso en un sitio donde los colores empezaron a sobrecogernos y, más tarde la luz que envolvía nuestras mentes comenzó a tener que hacer un hueco a la claridad y azules del nuevo día. Un rosa anaranjado nos fue comiendo el terreno, hasta hacerme confesar que en ese momento no podría comulgar con todo lo que llevaba a mi espalda. Cualquier cosa era capaz de hacer de nosotros personas vulgares, y nosotros dejarnos llevar hasta conseguir averiguar que fecha se alejaba y cual se volvía con ganas de barro.
Nadie podría acusarnos nunca de nada, ni de tener extorsionada muestra mente con pensamientos sobre cualquier cosa que se paseaba en un tono burdeos, iluminando las salas a las que entrabamos. Paseando seguros. Día tras día lo que se nos antojaba a nuestras manos, lo cogiamos Si algo no lo puedes costear es que necesita una pequeña ayuda para venir hacia ti. O simplemente es mayor el timo de lo que estas dispuesto a tolerar y debes apretar alguna nuez que otra. Arcoiris en cristales de bohemia que se ocultan cuando están las copas llenas. Los licores nunca me tentaron, pero sin embargo siempre me supo mejor tu boca cuando te embriagabas con ellos.
Autofalacias que nos permitían viajar por lugares tan oscuros que recuperabamos el color de las mejillas, algo pálidos si no nos daban lo que queríamos. Yo te quería a ti, tu a mi, y por el medio miles de chucherías que le hacen a uno reír como un niño el primer día de parque de atracciones. La montaña rusa del expolio y las ilusiones. Probar en los volantes de las faldas y las narices de payasos. Tachones en nuestra propia ropa. Pololos para mero dementes por los que se podía ver la inmundicia y el hambre. Y los más divertido de como bailarla y regocijarse en ella.
Platos vacíos que escondían en el centro una bala, un agujero por el que uno podía observar los desperdicios de un almuerzo y las vergüenzas de quien lo había probado. Enaguas y ropa interior por el suelo mientras los cuerpos gemían, todo asomándose aun pequeño inciso, por el que cabía una bala. Pidiendo perdón por cualquiera de estos actos se regaba el whisky o la cazalla, el sudor y el humo influctuoso de tu cigarro mojado, que se negaba a seguir proporcionandote ese pequeña niebla azulada. Todo a un solo compás y un ritmo, el plato en el gramófono, repetía todos los sonidos que se había aprendido al escucharlos.
Sabíamos todas las salidas por las pequeñas calles, mentir sobre nuestros nombres en las grandes avenidas, hasta volver a las cloacas. La parte de atrás de un coche nos pregunta que sucede , si puede ser lo suficientemente veloz para llevarnos. Nos alejamos, mientras nos trata como maletas de maleantes y usa mal lenguaje contra la ventanilla bajada, puedo comprobar como no se refleja en el retrovisor, yo tampoco. Faltan horas para comentarte que partí, pero ahora estoy contigo en la azotea, viendo este precioso amanecer.
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Pilas y lapiceros gastados
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Quisiera tener un alma menos tullida, pero lo que tengo es con lo que me basto y, me voy dando golpes en las paredes por lo que creía a pesar que necesitaría un lago menos gastado, que fuese de aguantar más que la noche entera de los funerales de la gente a la que quise algún día. Me pierdo por los parques y avenidas en esos días y no hay mucho que pueda hacer. Me duele la cabeza y siento que me falta el sentido de la orientación así que procuro llamarte cientos de veces a ver si así recupero de alguna forma la compostura.
Algo paranoico, a pesar de no estar mal si no fuera por que olvido tu número cientos de veces e intento otras miles de veces y mientras intento recordarlo. Marco un sin fin de ocasiones números perdidos que no pertenecen a nadie o algún ser que no nos desea lo mejor para las navidades que vienen. Me he perdido y también las cuenta de las veces en queme pitan los oídos por que soy incapaz de reconocer que no he dormido, estuve toda la noche en cualquier sitio. Donde menos te lo esperas. Tu siempre tienes para mi grandes planes y lo mismo un día simplemente no me acosté en toda la madrugada mientras bebía chupitos de tequila y veía la televisión , la reposición de una serie que ni siquiera yo recordaba que me gustara y de la que me sabía los nombres de los personajes.
En ocasiones salgo a pasear sin más intenciones que estirar las piernas y poder pensar en mis cosas con un poco de aire que me roce la cara y me aclare las ideas y vuelvo cerca de las 12 de la mañana, con unas bragas de abuela en la cabeza después de quemar toda la carretera y las ganas, volviendo de bares gay, por una zona de Madrid por la que no pasaba desde la última juerga. Nunca sabes y lo he de admitir para que se debe llevar muda limpia y, es que ya me advertía una señora mayor que vivía en casa, madre de mi madre , experta en besos y triquiñuelas.
Sigo sin saber por que se mueve todo el mundo tan despacio unos días y a la mañana siguiente todo parece que pasa tan deprisa. Luces que se apagan y se encienden. A las que intento llegar sin que nadie note la diferencia de ritmo y de compás que rige mi cuerpo. Se que debería prender algunas y sofocar otras, pero no acierto con la manera. Sacapuntas en los bolsillos para esos colores que destiñen y no sabe uno cuando sacarles punta y colorear de nuevo, todo lo que le rodea. o al menos una esquina para que su mundo no se quede oscuro, pálido o perdido de la mano de los que como yo se han roto hace tiempo.
Desde que cambie los armarios de invierno y ninguna ropa me vale. Todo parece de otro señor que lleva mi mismo nombre y se pasea tranquilamente mientra me usurpa el sueño. La vida se esconde y a ti no te encuentro, debes andar con el, pasado. A mi nunca me cayeron bien los uniformes, te encuentro.
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Necesito dice necesito
Escribo con lápices de colores mientras me haces muecas en el corazón con la forma de respirar, en cada acontecimiento. Soy capaz de notar las pequeñas hendiduras que se quedan dentro de una forma de respirar, y ya no es capaz de volver al mismo sitio donde estaba. Una deformación que rompe con la ambigüedad de un día a día húmedo, torcido que no quiere saber de cada hora. Tan solo una pregunta si es de capaz de permanecer en un mismo lugar todo el tiempo posible . Atrás mis manos junto a una viga de madera, y me doblo como el bambú con el viento, a tus palabras, a tus gritos que varían con cada estación, buscando diferentes motivos para terminar siempre igual.
Los golpes no terminan de tener mucho sentido en este cuerpo, que hace que dejo de gritar desde que te alejaste y pretendiste con eso dejarle de dar de comer. LLoró una vez y desde entonces no volvío a encontrar ningún lugar donde permanecer tranquilo, pero tampoco volverá a sentir tanto dolor como el que pudo sudar ni encontrar en la sangre algo que aliviase su pesar. Terminaremos por dar paso a una generación de lágrimas espesas que no reconocen a ningún sitio donde dormir y pasar la noche entera bajando por tu cuerpo, por la cuenca de tus ojo hasta alcanzar las rodillas, que terminan rotas y sangrando , dejando que su pobre hijo se pudra..
Las campanas nos llaman de nuevo. Y no puedes mover ni un solo músculo, totalmente partido. Los huesos quebrados y, un alma que invita a tener algo más que la intención cuando se trata de ir de lado a lado. Voces que se entretienen entonando tus pecados uno a uno, mientras los míos son recitados , sin faltar alguno montados en una balsa, hecha de troncos de madera, dejado de la mano de aquel que fuese capaz de entender como y por que. Bajando el río con el alma quebrada, mientras escuchamos nuestras faltas unas tras otra, en estricto orden de ejecución. Una ruleta que se queda encayada en nuestro propio destino al descubrir que somos nuestro propio asesino.
Dejándonos morir día a día en cualquier rincón, en las esquinas ensayadas donde damos la vuelta y podríamos cambiar para siempre de rumbo y nos obligamos a tomar las peores decisiones . Carreras detrás de lo que odiamos, para que nadie nos tome la posición. Los callejones más pequeños de nuestros vicios . A la vuelta de cada puerta, nos encontramos con una estampa , con los versos sagrados de varias religiones que pretenden mirarnos a la cara hasta que descubren nuestro rostro. Escribimos día a día nuestras letras, lo que mejor sabemos hacer y besamos las trampas como si fuesen solo para nosotros, son dejar que nadie saque jugo de ellas si vinieran detrás.
Rotos los sacrificios, utilizamos tijeras en los labios, nadie quiere huir, de donde existen más puñales que palabras, ahora consiste en construir, en enseñar a volver la visita para comprobar nuestros propios pasos y aplicarles hielo, mientras sube el calor. Contra las dos, velas negras y blancas , jugando al mismo juego.
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Caras en el suelo
Bolsas que bailan en el aire y la sensación equivocada que nos falta algo por hacer, tal vez sea simplemente que lo que realizamos no es lo suficientemente bueno. Que el resultado pueda ser nefasto me abruma la cabeza. Da igual lo que podamos sacar a cada sitio, pero las idea, de no extraer el mayor partido me descoloca. Se supone que estudiamos para ello y no contentos con eso conseguimos las mejores notas. Es ahora en la parte práctica cuando debemos demostrarlo. La vida es siempre complicada y hay que saber dar los pasos. Nada puede romperse o reventarse, eso me llevaba avisando desde que conozco el significado de las palabras. Cuando en realidad es más facil, todo en llamas . Los minutos pasados arden, y solo quedan las horas que han de venir así que debemos mostrar las cartas, dejando los ases y los comodines para el instante preciso. Un ahora que se acerca.
Las muecas que se forman en las sombras distorsionadas, te vuelven a hablar con toda la consciencia del mundo y regresas. Hace tiempo que creías que manejar la suerte es cosa tuya, lo único que te guarda es jugar cada carta en cada momento, en la realidad de cada instante, no mentirte ni volverte a mostrar. Enseñar los dientes a cara de perro en ese momento tal y como sea el paso de los segundos. Las sonrisas que se escapan y me piden tus besos y se que es un imposible darme cuenta por adelantado, en los que los puestos de peaje me dejaron la sangre envenenada y la cara tan pálida que nadie era capaz de diferenciarme con el muerto, que llevaba camino de ser.
Ahora que entro en calor al oír tu nombre, ahora que me es imposible no quererme agarrar a cualquier cuerda que me prometa salvar el más mínimo resquicio de vida aunque tenga forma de soga. Oigo silbar entre arbusto y las ramas secas mi nombre, todos los fallos que en esta vida era capaz de cometer, todos en orden de ejecución. Las fechas bailaban, así como los actos y mi forma de almacenarlas en la mente, no se su significado. Puede ser por eso que tenía la sensación que algo se me escapaba de las manos. Algo que se movía en mi interior. Lo que no podía controlar,aquello que no podía dejar de decirme que aquello estaba mal, algo se nos olvidaba y era yo quien precisamente iba a pagar el pato.
Todas las noches hay alguien que nos observa esperando, que por fin metamos la pata y nos salgamos de padre. Es difícil decirte lo que quedria comentarte, lo que siento, al fin y al cabo, nada. Hasta que veo ese pequeño punto rojo en mi camisa, que se desliza sobre mi pecho, y adivino alguno sobre mi frente. Dejo de pensar. Alguien me revela. Alguien como yo no volverá a ser primigenio.