Demacrado ( primera parte )
Levantarse y no saber la hora. Con las voces de los vecinos pegadas en la espalda, como si fuese la única manera de conseguir el indulto. La cabeza no existe, o por lo menos no la notaba en medio del día a día. No recordaba para que valían siquiera los días de la semana, si todos tenían pintas de ser lamentables. Con los ojos pidiendo sueño y las manos huelga. las dos con las cuentas vacías.
La esperanza sin fondos. Una taza de café que nos habla de frente con una mueca de solución breve a nuestros problemas. Arrastrados a la cocina en busca de algo que parezca la última cena. Sea lo que sea me sabe a muslo de mujer frío, que se niega, se marcha, y la urge abandonarnos en ese preciso instante. Camisetas sucias, que se almacenan en un rincón de la habitación. Dentro de una anarquía que nos gobierna y que solo nosotros comprendemos.
Exiliado de los golpes bajos, de las trampas de ratero que acostumbramos en el barrio, que tenemos tan vistas, que ya ni siquiera las intentan conmigo. Vuelvo a casa por la senda de baldosas amarillas, con mi soledad y mis labios partidos, mis mascotas. Mi animal muerto que yace en la nevera, esperando a que me lo coma, a que le demuestre mi cariño. Me quedo dormido en cualquier sitio, en cualquier lado por encima de mis posibilidades. Salgo por las mañanas a dar un paseo olvidando mis propios temores. Me amodorro en un banco con el Sol dándome en la cara.sintiendo su abrazo.
¿Volverás tu mismo algún día?, ¿ Seran los mimos abrazos que los de antaño?. No me impone el tiempo y por ello te espero, te elijo y me da igual los terrores de la gente , que empieza a quedarse de plata. Para ellos demasiado pronto.
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