Banderines verdes (segunda parte)

Pasillos ausentes de jardines, ganas  de terminar con todas las personas que comparten con nosotros el  conocimiento de este sitio, esta sensación. Horas en punto las que miro en mi reloj. Soy incapaz de explicarme por que mi número de muertos en vigor siempre es mayor que la última vez musitada. Mi propia voz me insulta en tono bajo. Momento de quedarnos con las manos en blanco y las noches en vela. Hasta que alguien nos cuente que es lo que de veras sucede, lo que les pasa al resto.

Se nota el frío intentando averiguan cada noche en falso, parece mentira que ninguno de nosotros fuese capaz de a veriguar donde se cerraba la puerta, dejando a merced de lo sospecha  a cada uno de nuestros compañeros, olvidando el titubeo de una duda que pillaba la mano a cada uno que se ilusionaba. Oigo mis pasos, como me sigues. Unos lentos arrastrando la arena de tus pies, otros raudo, si que por ello pueda dejar de huir. Se escapa de mi comprensión a donde quieres ir. Por que huyes de mi si eres la persona que me intenta dar caza. . ¿ Por que  provocas al agua hasta convertirla en un momento contra el viento?.

Los fallos por causas naturales empiezan a enturbiarse. La falta de sueño consigue que todo se distorsione. Poco a poco otro pulso se va ganando.Adulteradas el resto de relaciones. Se c0ncive la idea y se pone en la mente del creador, después se fecunda y se espera alrededor de un árbol hasta que este madura. Ahorcamiento espiritual, de una promesa. Se nos ocurra o no, ya estaba allí. Su nombre formaba parte de algo ya antes escrito, que nos araña a cada paso con los dedos.

Un papel dorado donde firmaste una última vez par una última cosa, tal vez una voluntad, o un primer capricho. Donde sabes que sale tu fotografía, ahumada, detrás un reflejo de la huesuda. Solo queda de ti la esencia diseminada. Lo que se dijo y ya paso. Flores diseminadas.