Goteando, sin nada de compás. derramando el agua, que se acumulaba en el bidé y más tarde se escapaba por los orificios más entrañables. Las grietas que nos rompían como personas. Son unos animales sofisticados que se revuelven a la mínima. Volvemos a nuestro ser primigenio ya sea el mono o cualquier otra bestia. Cruzo el paso de cebra y puedo ver los ojos de cualquier otro adicto, su verdadera naturaleza, como nos gustaría actuar sin ningún tipo de consecuencia. Empezamos a inventarnos habitaciones de bambú y años. El tiempo estirado para acercarse a aquellos que no hacían el bien para el resto, como si eso fuera a cambiar a alguna persona.
La noche es lo que más me gusta, y en esa pequeña jaula vivimos los que jamas nos permitimos el gusto de cambiar en nada. Translucidos los ojos. Los vamos dejando empezar, se van apoderando de nuestras mentes, y les vamos dejando pasar a lo que quisiéramos pensar. Versiones que se quedaron pegadas a nosotr0s, somos la mejor parte de lo que conocemos y nos dedicamos a destrozar lo que bebemos, la fuente inaudita de la belleza. Tarde para la desconsolación, solo queda espacio para la desconfianza. La parafernalia de la ira.
Todos metidos en un jardín que emula la primavera. Quisiera contarte los secretos que nos asolan los oídos, no podía ser a través de un cristal , como ahora nos comunicamos y no queda espacio para eso que llamamos miedo, detrás de los idiomas inintempretables para el resto. Empieza todo y no queda nada por decir. Necesito algo más de memoria para saber que amo.
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