Parados en mitad del aereopuerto

Con las palabras confundidas, que apenas quieren significar nada, sentado de nuevo en un sitio ya viejo, que nos conoce y nos mece agradeciéndonos el tiempo que pasamos juntos  como un amigo que nos conoce desde hace ya una larga temporada. Los aviones desde mi pequeña posición parecen totalmente desdibujados y no por eso dejan de volar, tal vez lo que cambie sea su realidad, la forma en que se enfrentan a un nuevo día. A las despedidas que se debieron hacer en tierra y nadie tubo valor para enfrentarse a ellas. Me faltan delitos por cumplir, no todos ellos enumerados por un mismo código civil, ni en tu diario, por el cual rijo normalmente mi ética.

Una puerta blanca que nos separa, que suele estar abierta sin ningún tipo de cerrojos y a la que me enfrento por voluntad propia. Baterias que me desgastan la mente y las madrugadas, desde donde intento localizar cualquier resquicio que dejaran las cenizas de tus cigarros sin humo, encendidos con mecheros de gasolina, la misma que me inflamara. Un camino que nunca logro perderme a pesar de tener que andar por calles paralelas, y buscar por los rincones más inapropiados. Baches que permiten darme de frente, días que permanecen totalmente callados, buscando una palabra,  que encaje en la frase idónea.

Sin darme cuenta que unos atardeceres continuaran a la madrugada, y después de esta al amanecer y así de por vida y en medio tu, tus idas  y venidas. Así que tendría que aprender a manejar las señales, y las agujas, hasta coincidir, sin contar la casualidad, contigo. Movimientos imposibles en tableros de ajedrez, que pretendían tener su sitio en recuerdos totalmente desfigurados, con ese pequeño filtro sepia que los envenena y los hace de ellos algo intocable. Creí que sabría a que lado elegirías, que te podría reconocer entre mil, que no perdería vereda como un perro guardían que esta siempre preparado, no me equivoque, pero tu camino apunta más alto y me acurrucabas antes que estuviera  de vuelta, sabias de mi.

 Vuelo e imagino y empiezo a abandonar todo lo que no me llevaba hasta ti, lo que no me acerca y me sobra. En las calles la gente sigue con un barullo espectacular, de empezar algo, de no dejarse intimidar por la confusión de las avenidas. Los peldaños que suben y las ventanas que invitan a bajar de la forma más sencilla. Una espiral que limita a  olvidar a los hombres y aspira con fuerza. Un remolino anterior que nos conocío en otra época y pretende confundirnos por otros apodos, para que crean otros lo que nosotros vivimos.

En la puerta deslizando los pies hacia abajo, atreviéndonos a dejar al descubierto las conversaciones que teníamos por secretas, al borde de la luz, en un día en que no dormimos. Detrás de mi, contigo, sintiéndote  la cabeza. Buscando un jurado que nunca llega, que no existe. Un paso detrás del otro. Tu voz sonando en mi oreja. Sabiendo que lo único que quiero es que amanezca. Y mañana de nuevo. Detrás de ti. Tu voz en mi oreja.