Espacio diferente

Cambiaba el tiempo frecuentemente, cada segundo que se sucedía con otro podía pasar cualquier cosa. Empece a valorar que no siempre podemos elegir al destino, al fin y al cabo el cuerpo no es más que un recipiente donde guardar algo nos importa, y las ventanas que se encendían eras lasque tenemos que buscar, luces intermitentes que intentaban indagar algo más que menos mentiras. Todos necesitamos algo en que apoyarnos aunque solo sea un segundo, una frase pero algo que no deje sin un suelo donde pisar, y caigamos estrepitosamente. Zonas que debemos rellenar y nos sabemos explicar los rituales que nos lleva a ello, religiones inventadas para poder justificarnos delante del resto.

Deseo poder lamerte, saltarnos las pequeñas fronteras que nos tenemos puestas, los tabús con nombres imposibles para traspasar las lindes. Calor que nos acecha, antes de poder justificar ningún tipo de ritual, aceite resbalando por las manos, una grasa humana que enciende las teas. Volver a derramar lágrimas una vez se realizan las tareas, las que de verdad quisimos y nos abrieron  y las que nos abre en dos. Aquello que era realidad y no teníamos tan claro que sucediese. Canciones paradas en una gramola. Alguna que empieza a desconocerse. Enfermedades comunes para gente rara. Intentando averiguarnos a nosotros mismos, mientras nos abrazamos al baño y caemos sobre la ducha. Un segundo menos en el segundero de arena del reloj divino.

Dios que parpadea y es incapaz de coincidir con una vida que se escapa por entre los dedos de un charco que solo alberga peces muertos. La última vez que te despedí, la primera que te veía tan de cerca y, tuve que admitir que nada parecía lo que era. Caído contra el suelo , escuchar el chasquido de dedos que nos destroza los huesos que es imposible que nos salve de una enfermedad mortal que nos negamos a intuirla, ni invitarla a los eventos, aunque haga gala de aparecer en el final de fiesta de todos ellos. Me arranco los pendientes que sostuvieron ciertas creencias. La vista frente el espejo que quería decorar una serie de frases incapaces de demostrar nada por si mismas.

Televisiones sin mando a distancia, que tienen adosado un niño gordo y esperpéntico incapaz de observar nada fuera de la pantalla. Una verdad que atormenta a igual a, una mano sobre la tuya en forma de apoyo, soy capaz de buscarte por casi cualquier sitio, excepto donde no me dejan tus ojos. Agua que arrastra agua, una corriente sutil dentro del mar, una ola que se lleva todo, incluida mi propia idea, de no poder dejarte. Nombres tatuados en las mangas de las manos, de gente que desconocemos, nuevas personas al las que buscar cada vez que olvidas la dirección donde pretendemos encontrarnos. Olvido decirte mis últimas palabras, entierros sin cadáveres en las fosas. Música, desfiles por las calles de decadencia francesa.