Engañados por la mitad
Encerrados un mismo día casi todos juntos, no podía verificar el número pues no sabia verificar cuantos eramos en realidad y además el cubículo estaba en penumbra. Lo que si podía oír era a la gente de las otras salas contiguas que cantaban para no caer en la desesperación. En aquellos entonces unirse a nosotros significaba no tener una esperanza de vida más allá de los 27 años, lo que nos supuso el sobrenombre de «los viejos rockeros» y la verdad es que como se comentaba en algunos pasillos húmedos y bares con no mucha mas luz, vivíamos la vida tan aprisa y con tantas emociones como nos era posible, pero a nadie le apetecía que le encontraran con una bala en la cabeza o lleno de puñaladas antes de haber cumplido los 27.
La gente entonaba lo poco que se sabía para mantener el ánimo colectivo de un país inventado, de una corriente que jamas tuvo lideres en un lugar donde se nos había dejado encerrados sin que tuviéramos muy claro el por que ni el hasta cuando ( eran unas preguntas que los más inteligentes no se atrevían ni a formular ) pero aunque fuera de lejos contábamos chistes y manteníamos las tonadas, que uno flaquease o se quebrara se entendía , hasta era razonable, pero no el conjunto, el bloque, el grupo.
Nos conocimos a la primera, en cuanto cruzamos unas frases y de ahí unas miradas que nos fueron delatando. A ninguno de los dos nos agradaba lo que teníamos que vivir día a día. Ver una pobredumbre que nos asfixiaba, no tanta a nosotros como a lo que no nos rodeaba. Todo lo que conocíamos desde el autobús que uno cojé por la mañana a la persona que le vende las velas que prendíamos por la noche para no molestar a nadie y dejar tranquilos al resto de ciudadanos, olvidar las luces. Nosotros tan solo con nuestros discos, libros, lapiceros, pensamientos y luminarias y, en medio las personas que no se molestaban en comprar medicinas fingiendo estar bien para no pagar la farmacia , los que pasaban el día con media manzana para poder ver cenar a sus hijos algo más que un triste vaso de agua, y esos que después de trabajar al empezar el sol e irse a la cama cuando la luna ya aguantaba la mirada lo único que les quedase era un trozo de pan y una obligación de madrugar a la mañana siguiente, para volver a empezar, para que les atropellase la rueda.
Me acompañan los sueños más idílicos esta noche e intentan encerrarlos, intentan preguntarme sobre cosas que hace años me dije a mi mismo que ya tenia las respuestas y, no se mentirme a pesar de cuestionarme a cada instante. Cada vez que me respondo es lo único que siento, lo único que me atrevo a decir, las verdades que he visto en mi camino, en los viajes y al permanecer sentado, todo lo que se de verás. Intentan encerrarnos e incluso aqui se construye una comuna, una «comunidad», no sabemos hacer otra cosa que todos a una. La noche y oscuridad veo poseer la luna y su luminiscencia, una nueva esperanza en cada compañero y compañera, en cada hora que pasa.
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