Mismas monedas
Improvisando sobre las mismas sombras, ves quien te persigue. Ves su rostro, claro. A pesar de tener muy claro que no sabes porque. Niños dejados de la mano de algún dios que esta entretenido contemplando las partes equívocas de su pecado. Uñas negras de un nefasto trabajo. Debemos de tener un plan debajo de nuestras nubes negras. Los días incómodos que se acercan atormentados sin tener muy claro, si se escapan, si son capaces de terminar en el lavabo lo que empezaron. Tirar de la cadena, hasta comprobar que lo único que queda es el imborrable recuerdo de algo que no se puede tocar.
Los primeros días no fuimos capaces de diferenciar entre los diccionarios de cada uno, y las puertas que debíamos tener vigiladas, seguirnos la pista. Oler el peligro en el calor ajeno sin llegar a tener claro en que puerta se esta replicando. Vivir siempre pendiente de los picaportes, de los declives de las músicas que acompañan a las vidas ajenas. Luces apagadas, en los sitios que desearías tropezar. No queda más remedio que recoger los restos después de cada golpe. Después de un paso, contar el siguiente.
Gente que no desearía ser presentada, que se pregunte si de verdad existe. Cada noche un número , deseando ser diferente. Teclas que se marcan, se reclaman a cualquier excusa con la idea de los finales diferentes. Se pueden elegir varios. Siempre los mismos. Con los que conviene alternar. Frases rotas que se cuentan, lo que quieren, no terminan de ser verdad. Se sienten incomodas, nos revelan lo que quisieron decirnos los demás en un instante cuerdo. Tal vez fingían y consiguieron colarse por los recovecos de lo que no nos permitían oír . Experimentar con nosotros mismos, con nuestros sentimientos anteriores. Vidas alternas. Nada sucede sin que fuera premeditado, y ahora intentamos deshacerlo.
Confundidos, pensamos con toda claridad a cada paso, y nos encontramos llenos de barro, de una poesía inútil que nos acompaña, nos vemos reflejados en los libros. Y somo capaces de morirnos al cerrar las tapas, en contra de las palabras que se taladrándonos por dentro una y otra vez, por si la primera vez no aprendimos la lección. Por si no fuimos capaces de sufrir con las heridas a primera sangre. Nadie se para a pensar, si quisimos que no contaran un cuento como a los niños. Y terminamos como ello tapándonos y muertos de miedo en una oscuridad que sabemos que nos esta esperando, por lo que quisimos hacer y no nos atrevimos. Lo que nos trae ya de por si un triste final.
Una balada que nos cuenta una nueva y absurda forma de atronar a nuestro bastardos que terminaron por pagar nuestros abusos. No se por que pasaba hambre y buscaba en el suelo, pero no pienso hacerme cargo, de aquellos que fueron incapaces limpias sus manos y sucios sus nombres, dedos de mantequilla, donde resbalaba la perfidia. Flores negras, las de la desdicha de los ataúdes que con piedras bajo la lluvia, nadie lamenta. Hoy apuesto en los caballos las herencias de los niños mugrientos, las tardes con bichos en las almohadas. Hoy solo comen los gatos abandonados
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