Consuelos de moribundos

Ayer me pare a pensar que no acostumbraba a hacerlo e incluso e incluso que la frase daba para un tweet, para poco más. El tiempo gotea en un mar lleno de posibilidades y depredadores que comparten con nosotros sitio y espacio. Y en el mejor de los casos esperanzas e imagineria. No nos da penas ni nos roba el aire. Cansancio contra las cuerdas, como si los próximos golpes fueran a ser los mejores y no contra nosotros como realmente vaticinó la realidad. Tenemos un alma joven insaciada y cansada que se negara siempre a que se venga abajo lo poco que pongamos en juego y defendera lo de los nuestro a pesar de dejarse los huesos clavados en la tierra.

A base de trabajo y esfuerzo hasta que un buen día todo reviente y  se nos parte la espalda, los dedos no responden y las manos dejan caer su contenido. Se estropean las promesas en tan solo un segundo. Padres que olvidan donde viven. El color del cabello y los ojos de sus hijos. Tengo algo que no conoces entre las orejas taladrando los oídos, esperándose a estropear todo lo que crece cerca, por si hubiera un por si acaso. Por si hubiese una señal. Todo se pierde en un fondo donde nadie sabe diferenciar ningún pena nueva de una con más tiempo, una larga diversión en una sala de espera eterna.

Comprobar que nadie sirve de mucho si no hace propósito alguno. Una marca de tus dedos sobre la cara. Necesito tener algo que me recuerde a ti en estos momentos. Unos vieron asuntos difíciles, o la caída de un imperio, otros simplemente como se retorcía en si el propio juramento de algo que olía a fracaso. No importa lo que tardes, cuando llegues ya sera tarde, Mugre incrustada en tus labios. La certeza de terminar antes sin tener muy claro los motivos, simplemente vuelvo a ver de lejos tu nombre. La forma en que querías que te llamara y por que. Como te cambia la cara cada vez que hacemos algo en aquellos alrededores.

Todo puede ser uno, y resulta que ese uno es la mezcla de miles de puntos juntos, que se hacen de tiempo una marabunta. No pienso despegarme de tu lado. Soñaba con eso desde que era un crió. Tenerte tan cerca que pudieras entender que iba a permanecer contra el viento que acotaba nuestras posturas y barcos, contra la marea que desplomaba nuestros duelos, y los daba media vuelta hasta convertirlos en nosotros mismos, y ser las víctimas de cualquier cosa. Trampas borradas de antemano. Me gustaría escuchar alguna cosa que fuera un poquito diferente, y no cambiar de ritmo, cambiamos los susurros que se convirtieron en gritos. En una libertad que nos absorbía que no necesitaba de nada, simplemente compartía con el resto.

Hecho de menos tus besos morenos. Las veces que pude decirte todo aquello de lo que no me acuerdo. Las veces que como siempre tiré del brazo de los recuerdos y no fui capaz de quedarme sentado a tu lado, intentando preguntar que era lo que necesitábamos. Lo que necesitabas en ese momento. Intentando vencer a un miedo y volverte a preguntar. Se necesita más de una sola vez para perder el sueño. Ese que tenemos cogido del brazo y pierde el ritmo y el compás, se vuelve un poco loco y mareado hacia nosotros pidiendo una bolsa de papel, donde tiene que abortar todas las direcciones de aquello que le hacía invencible. Allí donde nacimos, solo quedaba nadar por un río, elegí hacerlo, y hacertelo más fácil y preferimos hablar del cielo. Lo que elegí nos es lo que salio. Pero aun así y por ello: te quiero.