Gafas estuchadas
Entrar y que nadie te reconozca es un privilegio que solo podíamos disfrutar unos pocos. Hacer y deshacer a nuestro antojo, recorrer con el ansia de saber que cada acto se debía a una reacción e iba a desencadenar una acción cuando menos, abrumadora. Y a pesar de ello gozar del anonimato, sin escondernos apenas. Puedo leer en sus ojos la rabia y la desdicha, provocada por años y años de sanguinolenta avaricia y ahora verse desposeída de todo lo que para ella hasta hacia poco carecía de valor. Lo que amasaba como un juego y sin embargo para otros significaba la diferencia entre la vida y la muerte.
Un concurso donde se sorteaban trozos de existencia harapienta y huesos desanimados donde el caldo de dolor amenazaba caliente. Un plato completo. A primera vista no logro desposeerme de mis actos. Me quieren y me persiguen día a día…
Ver la entrada original 344 palabras más