Diferentes energías
Llegamos en distintos tiempos en demasiadas ocasiones, cuando unos dicen que vuelven nosotros hemos ido en varias ocasiones, impidiéndonos coincidir aunque queramos. Eso no nos cohíbe de quedarnos encerrados como un huevo al que le cuesta eclosionar dibujando sensaciones dentro nuestro, e incluso proyectando dentro de nuestro caparazón lo que pudo haber sido. Las tonterías más amargas nos comen la vida es que en verdad la mente es capaz de amar a muchas más personas de las que nuestros brazos nos permiten abrazar. Los tiempos discontinuos se mezclan entre nosotros como un folio escrito que vamos plegando, y no somos capaces de hacer coincidir con nadie pues es cada vez más pequeño y esta lleno de tinta y tachones.
Sin darnos cuenta que la paleta de colores es mucho más amplia y son nuestros miedos y principalmente culpas las que invernan en nuestras cabezas y son utilizadas de pelotas contra la pared. Van y vuelven con un ruido incapaz de parar, y rotar sobre algo más que si mismas para ponerse de acuerdo con el resto para convertir todo en una especie de galaxia majestuosa donde la belleza tenga cabida. Al fin y al cabo la vía láctea no es más que un conjunto de bolitas y la esperanza de ellas diseminadas. No es más que lo que lo que tenemos que hacer en un día cualquiera. Volar por encima de nosotros mismos, y si se doblegan nuestros papeles ser conscientes que lo único que conseguimos es hacerlos más fuertes. De página a roca.
Notar el sonido del viento chocando contra nuestra cara y la música que se forma al hacerlo. Un día nuevo, el comienzo de esta sinfonía, algo que nos atrae hacia el resto, conformando así un montón de notas capaces de hacer mejor la melodía. Volver la vista atrás para no perdernos en lo que fue. En lo que pudo haber sido. Si no para mirar al que tenemos detrás, cuidar de que no se pierda, así uno pendiente del otro, con ganas de hacer un camino infinito. Donde un día seremos supernovas que eclosionan y hasta ese momento formamos parte de la belleza tal como la damos y tomamos. Se nos queda metida en en la forma de mirar al resto.
Para ese momento nuestro cuerpo ya esta embutido en una luz eclipsada por el conjunto, juntos más, en solitario un planeta en el que brilla la paz interior, algo bello. Una mano que toma, la otra que da. Y con ambas abrazamos. Don y piedad. Besos que no confundimos, labios en el paladar. Quien no tiene preocupaciones no tiene una vida, quien no tiene la solución de estar, se olvida de si mismo. De ser, en un momento, apreciando el instante, la solución. Seres de la luz de por vida. Besos y abrazos. Comienzos que terminan. El principio del fin. Todo ahora, es la única vida.
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