Subterfugios
Hay pensamientos que deberían de quedarse tan solo para la noche, cuando ese territorio de la mente es una trinchera, justo antes de dormirte y hay carta blanca. Vienen recuerdos que no quiero que se agolpen uno detrás de otros y olvido en que cama estoy o si quiera si ese día lo comparto o de que manera lo hice una hora antes. Simplemente vienen a por mi unas musas pérfidas y susurran lo que las viene en gana, lo que más divertido las resulta lo que más divertido les resulte para que mi sueño posterior sea lo menos reparador posible. Son capaces de llevarme a cualquier tiempo o miedo anterior, o adelantarse a cualquiera que este por venir.
A lo que no tenia acesso de ninguna forma. De diversas maneras. Intentan averiguar lo que cada noche depara y condicionan mi mañana siguiente. Lo que taladra mi cerebro y no me deja en paz. Esos pensamientos inertes que consiguen dejarme inerme. Sin arma alguna. Sin ningún tipo de razonamiento que sea capaz de inmutarlas, para contrariar todo aquello que quieren transmitirme. Recurro de vez en cuando al cansancio extremo antes de irme a dormir, sin darme cuenta de que esperan en la noche a venir, a darme las buenas noches, con su dulce voz, en mi caso.
Consultar algo con la almohada es verse repleto de ninfas dulces que cuestionan cualquier condición, o respuestas por mi. Dando la solución que bien las venga en gana. Resolverlo sería fácil. Seguir con la vida. No prestar atención. Tratar como un sueño esa clase de voces y ser una persona respetable. Me gustaría. Si no fuese que soy yo, quien a tratado con ellas, la persona que tiene el placer de conversar con sus gargantas y consejos. Con la imperatividad que solo ellas son capaces de poseer a la hora de manifestar su impresión sobre cualquier aspecto de la vida. Sobre todo lo que atañe al día a día. Por no hablar de lo importante. Podrían salir por peteneras.
Hay momentos que no sabes que tema es el que tratan, no por la serenidad de su tono, etéreas como son , capaces de llevarle a uno, al lugar más insospechado. Allá donde no se comprende un por que. Problemas ya solucionados, o eso uno cree, renacidos a un momento oculto, una nueva discusión para encontrar nuevos caminos a problemas que podían haber sido cerrados hacé días o años.
De repente una voz. Una nereida que desea dar la opinión, que tira del brazo llevándonos a un territorio del que creé ser dueña. Acompañado hacia paisajes oníricos. Frases y versos. Un despertar del cual no soy dueño. En instantes lo intento. Ahogándome en ocasiones. Solo ellas deciden cuando puedo volver del sueño. Después de escuchar, sus reveladores secretos.
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