Sucio

Se agolpan en mi correo electrónico las obligaciones y las citas a las que debo de ir sin siquiera preguntarme por que. Y es por eso que dejo apagado el ordenador y el movíl durante una semana. Ahora no me queda más remedio que responder. Donde estoy ? y para que ? . Donde me meto durante las largas horas de mi vida. En que clase de antros me apetece pasar las horas y consigo escabullirme en ellos, en esa clase de tareas contraídas on line. La respuesta es fácil y sincera. Sale a la primera. Sin tener que estrujarme la cabeza como si fuera un limón ácido.

En los sitios en los que me encuentro a gusto. Los lugares analógicos y que lejos de estar impolutos me manchan las manos. Ya sean con el líquido de cualquier bebida que me enturbia, me pone contento, o me haga palidecer, como la tiza de un billar que deja mis dedos azules. Para que pueda deslizar mi palo con una exactitud matemática y libidinosa que permite ir más allá de los números. Algo inalcanzable en una pizarra o tablet. La respiración, también cuenta, y la forma en la que me miras un segundo antes de golpear con mi taco.

También me gusta perderme por los cines, haciendo ruido, mientras como cualquier golosina que no aporta ningún tipo de nutriente a mi cuerpo, por el mero hecho de saborear algo agradable. Mi ácido me sigue e impregna las banquetas y las películas. Como ellas lo hacen en mi. Puedo volverme solo por cualquier callejón o lugar estrecho que conozca por la ciudad, no termino de cogerle el punto a la grande avenidas. Me gusta callejear por esos estrechos rincones y observar las tiendas y negocios de cualquier tipo, mirar sus mostradores, empaparme con el género.

Saber que el que venga a comprar cualquier mierda tenga un deseo de algo , una porquería de historia. Tal vez una lampara para los niños que rompieron la última en una discusión a muerte por saber quien era más fuerte si los miembros de Bola de dragón Z o los míseros de la última temporada de Naruto. A decir verdad excepto en la primera estos últimos eran unos coprolitos de mucho cuidado.

Quiero saber por que te emperras en que vaya a tu ponencia si no tienes la vergüenza mínima para pedírmelo a la cara. «Las niñas ya no quieren ser princesas» ( a Dios gracias, diría yo ) la verdad me alegro por ellas, por que los príncipes apestan y los que salen corriendo detrás de sus móviles además habría que colgarlos boca abajo y con las piernas abiertas. Si quieres voy, y hago lo que sea, pero venme a ver, total son 225 mentros. Te apoyo, pero estoy fuera de cobertura para aquellos que se figuran que soy un mono. Te quiero, pasate.  Me muero por besarte, por darte mi aval, el soporte que pidas, sostengo lo que digas.