Medidas de té confundidas. Sueños que no nos engrandecen. Listas de espera a las que ni siquiera nos apuntamos mientras permanecemos en una esquina agonizando nuestro turno. Posibilidades desvalidas. Una mug con los restos de otro día. Reutilizada. Antes que acabe el plazo para levantarnos. Tardamos más de lo necesario. Gotas de agua en los oídos, que se cuelan y nos provocan heridas irreversibles. Tanto monta monta tanto. Somos la enfermedad que nos ha traído hasta este mismo sitio. Luces que no se acuerdan de apagarse cuando nos acostamos. Miran de madrugada valientes. Mientras nosotros hablamos con nuestro ombligo.
Creo de veras que es el último instante. Sin darme prisa en agotarlo. Un último cigarro en la avenida. Una última brisa que nos da de soslayo. La última vez que me confieso con un cura de por medio. Prefiero las cicatrices. Antes que amanezca habremos acabado. Un todo en una mesa. Una recopilación de papeles. Motivos para amedrentarnos. Nos han detenido esta noche. No muy diferente a las otras. Pero esta vamos a pasarnosla entre insultos y divagando. Una teoría más . Una mosca luchando por vivir en mi vaso. Sonidos mecánicos que se repiten una y otra vez.
Preguntas que tienen que ver entre nosotros. ¿ Por que nos estas a mi lado ?. Se supone que debo saber verdades. Buen augurio tienen sobre mis promesas. Acaso no me conocen. No saben donde vivo. Soy el mismo cada 20 minutos, entre medias cambio. No puedo vivir apegado a una sola idea. Dudo en escribirte. Apenas contestas últimamente. Yo no me canso. Ambos tenemos debilidades. Y vivimos sobre ellas, nos burlamos de nuestras inmundicias, las sacamos a flote. A pesar de ellas y con ellas cohabitamos juntos, sacamos adelante todo por lo que se nos conoce. Sin ellas tan solo fuimos menores puestos a prueba.
Manjar de violadores aviesos y una tarambana suicida que tocaba al compás de nuestros pasos. Primer día, y las historias se nos colaban por los huesos. No pienso mentir. Delante y detrás de la rueda de reconocimiento. Me señalo con el dedo. Era al que más conocía. Me daba igual si era culpable. Siempre estuve allí. Y me gustaba hacerlo. Al segundo día nos sabíamos de sobra los rituales. Las formas y maneras. Un rato más, un regalo que vaciabamos contra el suelo. No vine a verte. Me conoces lo suficiente. Salimos de la mano dando tumbos. Al mismo lugar de siempre.
Un comentario en “Pelos rubios en la sopa”