Fechas marcadas por algún acontecimiento. El que fuera. Tarde o temprano se marchaba y dejaba un regusto opaco que solo nosotros acertábamos a adivinar. Con el tiempo telarañas Y algo cercano al amparo del polvo. Se movían los días en el calendario hasta que volvían y debimos ponernos nuestro mejor atuendo. Nunca limpiabamos debidamente las escaleras por las que accedíamos a nuestros recuerdos y, en los pasamanos la escarcha se acentuaba. Año tras año. Hasta que el sabor se agolpaba en el paladar. Una especie de obligación que se acurrucaba al final de el pasillo.

Esperando a la mascleta de nuestros sentimientos, que no era fallida. A todos les gustaba ver la diferencia de colores que se forma en la capilla según el paso del sol. Esta nos indica que debemos celebrar a lo largo del día. Tu vuelta y mi descenso. Aire libre que fomenta la brisa que nos entibia la cara, para dejar salir nuestros sentimientos más profundos. Una hoja en blanco. Poder decirte lo mucho que te echo de menos el resto del año. Y los compases que se distorsionan con tal que no hundas mi cabeza en mitad del agua salada. Esperando que los peces picoteen mi cara, y dejar ciegos mis ojos.

No ver el paso del tiempo reflejado en los relojes de la entrada. Que he roto con mis propias manos en el resto de habitaciones. Todo el mundo tiene prohibido pronunciar tu nombre si no es en este día. En el que brilla el sol. Ya sea por capricho de las estaciones o por tu presencia. No falla el devenir de las flores, y un ahorcamiento fructuoso de la melancolía que acompaña el resto del año a las lecturas que se realizan en mitad del salón. Donde las velas son testigos. Y gotean. Como testigos.

Nada para. Yo inmóvil no se explicar mis pasos hacia atrás con cada golpe de segundero hacía las sabanas. Donde se acurrucan las dudas y las mentiras que me cuento. Arranco las alas de las moscas, por si acaso se preguntas como me siento. Aprendo dos o tres palabras cada día. Hasta que de con la que me explique quien soy el resto del año. Hoy vuelves y desapareces todo en las mismas horas en punto, sin dejar de robarle un grano de arena a los conos que maldigo. El resto del caleidoscopio me devuelve tu imagen repetida.

No comulgan con la falta de espacio que vivo cuando las sillas están vacías y ceno solo. La cama se encuentra inerte y tibia. Quemo crucifijos , y todo tipo de totems que me insultan al creer que algo vela por mí. Cualquier cosa que no seas tu. Finales felices que me ignoran el resto del año. Hoy salvo el tiempo. Mañana tiro la moneda y sangró cruz.