Voces que cambian. Lleno de orines propios. Los ajenos solo nos ocupan las narices. Esa ventaja hay que reconocerla. Suenan los huesos, posiblemente ya cansados de hacer lo menos posible. La luz de la mañana encendida, también la del flexo. Que me da en la cara. Me interrogo yo mismo. Para que vine si al fin y al cabo me reconozco culpable, de todo lo que quieras acusarme. Los temblores no son cosa mía. Un añadido que le da más verosimilidad a la vida. A todo lo que ocurre. Me dejan sin un gramo de fuerza.
Empiezo a evitarme por las mañanas. Cuando reconozco que soy alguien que esta construyendo algo. Tan poquito a poco, que deshago. Con tantas direcciones que no reconozco la mía propia. La basura no se tira solo, y no soy capaz de encontrarla en esta habitación diáfana. Sumado a mis efluvios y olvidos posiblemente mañana pasaré a formar parte de ella. Tampoco me preocupa, para entonces seré la obligación de otro. Aunque seré yo quien se esconda por las esquinas mentirosas. Las narices tan taponadas que respiro por la boca como un pez. Que se ahoga, cogiendo bocanadas de esperanza , luchando por conservar las agallas.
Siento cierta simpatía por los vasos vacíos de la habitación. Me imagino, que algo tuvo que suceder. En algún momento, algún evento. Alguien tuvo que beber su contenido y dar vueltas como una peonza, y retroceder sobre si mismo, hasta depositarlo sobre la mesa donde se encuentra. Ya no le queda ni historias que contar. El hielo fundido y el fondo sucio es un vago recuerdo del momento cúspide del que fueron testigos. Donde fueron reverenciados. Ahora se limitan a recordar mientras los demás olvidan.
Tardes grises que son las mejores. En las que se regalan rosas. Bocanadas de humo por encima de nuestras cabezas. Presagiando lo peor para todos. Nosotros contentos a pesar de ello. Somo capaces de revolvernos como rabos de lagartijas. Sin ahogarnos en una piscina. Nos beberíamos todo el licor si fuéramos un lagarto chino y retaríamos a todos los comensales. Uno por uno. No se puede atrapar a un ser con derecho a ciudadano deshecho en heridas, y menos a nosotros. En construcción continua. Cada palabra, cada registro de voz, nos sirve de ladrillo.
Para que?. No lo sabemos. Pero tampoco dejaremos que nos vendan desnudos en mitad de una plaza, encerrados en una jaula, mientras nos insultan con unas orejas de burro. Todas las noches anuncian tormentas. Detrás de las nubes, nos quedamos a mirar las estrellas, constelaciones, Tu y yo, lo convertimos en una sola palabra.Que escuece como las sal y el limón. Una sola bajo el agua, sobre la tierra, etérea. Tu y yo en todos los lados. Soberana palabra. Una sola respuesta.
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