Sueño verdades. Que tu ya no me quieres y me pierdo. Todo en el mismo instante. Deseo quedarme en la cama mucho tiempo más. Y no paras de contarme el futuro. Como si me interesara. Mis oídos indefensos. Las veces que hacías de chica morena que me salvaba de mi mismo. Empeñada en empeorar mi vida y mantener mi alma con unas constantes. Objetos punzantes y vicios redondos como una rueda que se revolvían contra mi, tarde o temprano. Ahora no me cuentas más que mentiras de chica rubia que se olvida de la persona de enfrente y me suelta la mano en mitad de algo.
Empiezo a entender que todo tiene unos subtitulos demasiado pequeños. Comienzo a envejecer. Solo aprendo que el viento viene de cara y debo de virar mis propios pasos. Dijiste que me iba a ir bien, y desapareciste. Solo pretendo permanecer justo en el centro de esta cama, mientras alguien se fuma mis cigarrillos. Aqui al menos siempre permanece una luz encendida. Detrás de ti siempre encuentro recobecos de mi mismo y debo de patalear hasta sitios de desconocía. Te negabas que descubriera. Nada puede salir bien, en estos lugares.
Me cambio de ropa. Miro de izquierda a derecha. Como si eso me fuera a salvar de morir atropellado. Bailo al son de una música que no suena. Que te inventas en un futuro. Todo debería de terminar bien si va a terminar escrito. Ese fue nuestro trato. Pero no puedo controlar los recuerdos, ni lo que sucederá. Estoy en manos de las agujas olvidadas del tiempo. Autobuses con un recorrido incierto. Prefiero permanecer vacío. Rellenar los huecos poco a poco. Que cada trozo de mi mismo se escriba en pedazos de servilletas rotas y pegadas con celo en lo más adentro.
Concederme una duda por cada metro andado. Después el reflejo que hace coincidir todas las letras delante de un espejo invertido. Dilexia que se pregunta cual es la mano con la que dispararía un tahúr zurdo , en los momentos de depresión, con una mano atada a la espalda. Apuro lo que me queda y no acierto a seguir las instrucciones que nunca me fallaron. Nadie termina de tomar el control en mi mismo, y me choco con los lados mientras camino. Cada paso erróneo conduce a un avance oblicuo, con el que tendremos que lidiar al final del camino. Nada corresponde al presupuesto inicial.
Peleamos de forma discontinua con nosotros mismos. Volvemos sobre los pasos de otros. Hasta que las zancadas construyen nuestro propio camino. Debería de llevar un chaleco anti algo, no se el que, pero se que al final a pesar de fortuito, no va a ser agradable, como no lo son ninguna de mis decisiones. Ahora ya no me importan las sombras a pesar de carecer de la mía propia. Que se avergüenza de haberme seguido tanto tiempo, y se huele la desgracia. Terminamos la senda de otra manera a la debida. Acabara de otra forma a la correcta. Decisiones.
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