Rasgados los recuerdos en tinta. Entre tus dedos óleos. Cuadros que disgregan de todo lo dicho. Y te alejas. No soy quien para ponerme en medio. Así que queda la tierra. El agua en el que nos hundimos. Medio calendario en el que se nos agota un año en el que apenas hemos pasado unos días conscientes y se nos arrebata conciso. Vuelta a la cama. Grande e insabora. Llamadas de teléfono con buenas intenciones que se quedan petrificadas ante los hechos reales. Volvemos a lo mismo de antes. Y no queremos. Todas las fuerzas por cambiarlo.
Idénticos desvelos que bajan por las escaleras y la voz fortuita del movíl que se calla en iguales lugares. Tienen miedo. Gargantas caducas y uñas largas que nos señalan. Te dejo libre para que puedas hacer tu camino. Al mio de vuelta le engaño, y le despistó con atajos refinados para que no pueda seguirme. Me invento frases nuevas. El crepitar de unos cigarrillos que no debería haberme fumado. Y sus colillas escondidas para que no se entere el propio abismo que nos separa. Vasos con bonitas formas que contienen nuevos licores provocándonos los mismos efectos narcóticos de antes.
Valientes como eramos. Jamas dejamos de ser aquellos que eramos. Pero igual de cabezones. Dándonos de bruces contra el mismo burladero. Apagamos las sishas y salimos a la calle. Vuelta tras vuelta. Sin dejar que nos encontraran. Ramas de romero en las manos. Bendecidos por cualquier gitanos que sabe de antemano la difícil situación en la que podíamos encontrarnos. Mentira, Ni siquiera la imagina, pero nuestros gestos son un poema. Y la damos pena. Ella sabe de quienes vagan por las calles y buscan consuelo en los parques, durmiendo a deshora. Sin darnos por muertos, hasta que la verdad venga a buscarnos.
Horas en relojes vagos. Cumpliendo las mismas misiones. Tumbados. Recogiendo nuestros bartulos. Sin pasar mas de 2 horas en el mismo sitio. Bebiendo café gratuito en el bar de abajo , ese que nunca hizo esquina. A pesar que su dueño siempre pensó en ampliarlo. Comprando el local de al lado. Un rinconcito pequeño. Donde nadie nos busca. Donde somos gente normal. No se nos cobra desde nunca a cambio de favorcillos y pingües propinas. Sudo y me siento un patan. Rasgeo los pasos que doy. Arañó cada pensamiento de mi cabeza.
Voy a irte a buscar. A pesar que lo tengo prohibido. Lo voy a hacer solo. Sin que lo sepa mi sombra. De noche para no complicar a nadie más. Cuando no sople el viento y así no pueda susurrarme que no debo. Salgo paso a paso. En medio de tu portal. Es lo que quieres. Voy vestido de oscuridad. Abro la mano. Agárrate. ¿Vienes?.
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