El tiempo pasado de rosca. Con el cielo descorchado y, nada que se pudiese ver en el. Guiados por los pasos que se dieron anteriormente. La mayoría equivocados. Literas sin placer. Linternas sin pilas. Todos con retraso. Rodeando nuestro objetivo. Duermo en una bañera vacía que gotea sobre mi un pequeño hilo de agua caliente. Debes de despistarte demasiado para terminar allí conmigo. Yo a medio vestir. Tu completamente desnuda. Nadie excepto el reloj pide explicación. Las luces permaneces apagadas todo el tiempo y nos tratamos a bulto. Hasta que por la ventana se cuela un pequeño trazo de luz que piensa acompañarnos toda la madrugada.
Cambia de color cada dos por tres. Tiembla con su hambre carnal. No ciegan nuestros pequeños vicios. Los que nos hacen personas delante del resto de la gente. Y esa pequeña manía de preocuparnos por los demás. Dejándonos el corazón como una piedra, al no poder soportar ver nuestra propia derrota. Canciones que se quedaran a la mitad. Un sabor desagradable, que yo mismo he elegido. Me recorre el cuerpo entero. En una mano manejo una taza desconchada y con la otra juego con una ventana a medio cerrar que deja entrar un aire con un mínimo de esperanza.
Si se pudiera abrir tal vez conseguiríamos escapar de nosotros mismos. Nos damos la vuelta con todo el rechazo que provocamos y la lengua mordida. Volvemos a desayunar solos, y a hacernos la misma preguntas. Las mismas que antes. Las respuestas cambian como un semáforo. Las soluciones no. Me pongo a buscar detrás de los cuadros por si hubiese alguna caja fuerte que nos aliviara algo. Y solo encuentro burbujas de aire pasado que nos llena los pulmones de cuestiones de antes. Tonadas que ya oímos en la niñez y piscinas vacías en las que permanecer al borde sucio.
Sabemos que carecemos de seguridad y somos incapaces de dormir todas las horas seguidas. Paramos para preguntarnos a nosotros mismos. Hasta conseguir un viaje más largo a una velocidad lenta. Enchufados a cualquier cosa que nos pudiese dar información de la gente de afuera. Mentiras poco piadosas que nos están matando de poco en poco. Me desenchufo. Te sigo de acompañante. Uno detrás de otro. Sin apenas dar un paso, el uno con el otro. Cumpliendo las expectativas. El resto de las palabras en un bidé que nunca se limpia.
Vuelvo para que me preguntes de nuevo una y otra vez. Sentados en una mesa en la que tenemos las mejores vistas. Mientras discutimos por donde salir una vez más. En estas condiciones. Imposibilitados. Ningún sitio es bueno para echar raíces. Se nos escapa cualquier postal. Lo que plantamos no lo volveremos a ver. Postdatas en cada cuenta de bar. Semillas en las cunetas. Sillas que no nos recordaran. Cuentos imposibles. Nunca volveremos aqui, te oigo decir de cualquier lugar.
Un comentario en “Soles tapados”