Se me pierden las manos entre lo que quería deciros anoche. No tengo mucha idea de lo que queda en los botes cerrados, en los que se terminaron apoltronando en nuestras caras, en nuestras ganas, lo único que fuimos capaces de retener. Te cuento un poco malherido el resto. Una mano que intenta averiguar que hace la otra. Podridos como gusanos. Sangre en los dedos, que ignoran de donde salen los delitos, simplemente ejecutan, y huyen presos de la ignorancia. Intentando abarcar todo lo que pueden que apenas es nada. Camas vacías que sueñan, con infinitas posibilidades.
Dentro de este plazo la muerte, me persigue el mismo cobrador del frac, que puja por minutos. Llaves perdidas en un cajón. Donde nadie mira. Incomprensiones mutuas. Te espero en la misma zona donde te interesa perder la posibilidad de estar en contra de una rima. Sueños imperfectos que se quejan de otros días. Poetas y ataúdes que hacen sus párrafos. Unos tras otro. Esperando en los rellanos. Puertas de color púrpura que vienen a dar a laberintos que nosotros mismos creamos. Distancias infinitas entre puntos cercanos. Pude verte mientras cambiabas, en tu belleza infinita.
Casi sin observar ninguna imprecisión en la frialdad de los desastres de la naturaleza que planeaba miles de eventos que no logramos reconocer. Hasta tocar su densa sangre en la palma de nuestras manos. Felicidad inmediata a juego con los asesinos en serie de los que pusieron en venta la mitad de sus relaciones a distancia. Amistades profundas que no se atreven a descansar. Te quiero, ¡maldita sea!, pero no se donde vives. Te paras delante de mi y cuidas de cada una de mis noches, de las tumbas que se asoman a observar el absurdo de un devenir incierto. Te quise contar algo, te quiere contar algo y aun no sabemos como hacerlo. Como serlo.
Aprende tarde como excusa, peros y mantras en mitas de un no me olvides, y tatuajes que tienen memoria de peso. No me escapo, pero tampoco me pidas que haga los deberes como un chiquillo del cual depende de ello su orfandad. No nos quedan cuchillas con los que marcarnos el pecho y, sufrir de una forma tan terrible que no seamos capaces de recordar ninguna de las frases que nos prometían promesas antes. Olvide cualquier tipo de parientes y cariño, como si ello fuera unido.
Trampas que cazan ratones con el alma muerta y dejan esparcer su espíritu de forma que forma que impregnan su hedor por allí donde están. Zonas muertas donde quieras que estés, todo totalmente empapado. Me falta un sitio donde encontrar por donde colgarme y ser carne de la contraportada de un diario regional que no quiere tener más de un muerto a la semana, y ser cómplice del tema. Desde la segunda página, apuestas en contra. Desde el primer minuto, vine a contarle mis secretos y a la hora no queda más remedio que repartirnos los fragmentos de la derrota. A ti te conté la primera.
Un cristal en el fondo que pasa a brillar de forma multicolor, en el fondo de un río, que no se quiere llevar nada de lo que tuvimos. Reflejo acuoso de nuestras propias vidas pasadas. Gastos al por menor en una cuenta en números rojos. Pasado impresentable que se cobra la factura. Un futuro lamentable que debe ser vivido, frente a muros infranqueables que se comen las esperanzas, lineas deshechas. La forma en que me miras, se que aún nos quedan esperanzas. Se diga lo que se diga, a manos llenas.
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