Me confundía a menudo, y las palabras que quería usar, a veces aparecidas y que ni si siquiera significaban lo mismo, a mi me arrugaban. Como rostros parecidos que me dejaban llevar de un sitio a o…
Origen: Viajo siempre con ella
Me confundía a menudo, y las palabras que quería usar, a veces aparecidas y que ni si siquiera significaban lo mismo, a mi me arrugaban. Como rostros parecidos que me dejaban llevar de un sitio a o…
Origen: Viajo siempre con ella
Me confundía a menudo, y las palabras que quería usar, a veces aparecidas y que ni si siquiera significaban lo mismo, a mi me arrugaban. Como rostros parecidos que me dejaban llevar de un sitio a otro, pero somos nosotros los que deambulamos como peonzas detrás de las luces, sonidos y carteles que llevamos viendo toda la vida y, que no prestamos atención hasta que no pensamos que es el momento adecuado. Sin saber muchas veces que algunas puertas con el suelo mojado son tan necesarias como la mierda que te restriega por ellas, e incluso nos lleva a saber bien en que momento nos negamos a reconocerlo.
Salvo en ocasiones privadas donde los vicios ocultos por el tiempo y los desfases horarios como en las terminales de aeropuerto sirven de aguas internacionales para los actos, pensamientos y las premeditaciones. A estas horas me escapo, huyo sin ningún miramiento en lancha motora a cualquier parte que su gasolina alcance, para ser plactón o un rico manjar de tiburones, servido en sopas de carisimos restaurantes. Y si algo me sonríe sea merluza, sirena o arenque, me atreveré a lanzar bengalas de color rojizo que semi mojadas llevo guardadas desde que empece a coleccionar cerillas.
Pese a los envoltorios de desecho y otros de latón roídos y oxidados, el color cobrizo cubrira a las estrellas, y como perseidas dejare que vengan a buscarme en mi locura particular o sueño desvalido de pequeñas ideas apenas potables, y que deben de ser consumidas en el acto. Como un pez enamoradizo, que no sabe si se escapa o si se roza, o al terminar de respirar intenta recuperar resquicios de aquel beso que perdió. Siempre encallado en un arrecife. Mirando alrededor. Utilizando palabras grandilocuentes que en su boca duran tres segundos y en sus espinas veinte años. Alguna vez tendrá que posar panza arriba.
Comiéndose sus propios ojos, sin dignarse siquiera a dejarlos en blanco, para que no vean las profundidades en las que se agota con un solo número primo o marcando la matrícula de la persona que atropello aquella noche. Sin saber si adrede ese humano percibió lo mismo que tú, si sintió lo mismo que tu. Que podría pasar a escasas horas y a largos minutos. Sin utilizar una sola vez tu nombre, hasta caersele las lágrimas por una sola canción. Todo tan inútil, como escapar a cualquier lado para ahogarnos. Últimos.
Motel de mar, sin vestidos ceñidos por si alguien se pone exquisito al reconocer nuestros cadaveres, Pero la idea fija que se debe diferenciar entre la desidia y lo que nos espera por ahora. No vamos a quedarnos tirados así que susurrarme lo que querías al oído, que me de igual que se cumpla. Vamos por debajo de las estrellas y más tarde por encima. Lo mismo sean caballos de mar que engañando a Sagitario. Nuestro fin solo queda en comillas, espuma entre tu cielo y mi mar. Se que es raro, pero siempre viajo con ella. Una vez más.
Tan triste como llevar razón. Y no verlo. Pensando en otra cosa a cada instante, y en el momento justo cambiar de parecer. Empezar antes de tiempo. Con los recuerdos entre las manos, y las buenas i…
Origen: Puertas abiertas
Cableados como todo lo que anda por casa, enrollado, tirado y buscando su hueco. Tanto por los rincones como a la vista. A veces no parece molestar y en otra ocasiones no pudimos parar de tropezar …
Origen: Nuevas calles
Origen: Nuevas calles