Cableados como todo lo que anda por casa, enrollado, tirado y buscando su hueco. Tanto por los rincones como a la vista. A veces no parece molestar y en otra ocasiones no pudimos parar de tropezar con ellos, sin molestarnos. Tan solo siendo conscientes de que ocupan su sitio. Como tu, que llevas tiempo en mi y soy incapaz de sacarte, a ti, a tus discos, a tus libros trampas con todas esas frases subrayadas, que tarde o temprano significan algo para mi.  Para cada una de mis faltas con el reloj o contra la salud pública. Intentando machacar una y otra vez mis promesas.

Mientras que en los momentos más agónicos dando vueltas por los sitios que solo yo conozco, me hablo a mi mismo de ellos. Me busco en esquinas para cosas bastantes diferentes a las que seguramente te contaron, y a las que alguna vez te conté. He vuelto de los mismos sitios hace poco , a visitarme y principalmente a conocerte , a saber de tus frases, de donde venias, cuando llevaba yo mismo tanto tiempo sin venir. A cada uno de esos lados que me decías que me tenias. Y al final resulto ser cierto.

No se trata de aprender, entender las situaciones del día a día. Si no de querer entenderlas, y soportar lo que venga. Pisar cada día con seguridad en donde hay brasas o hielo, y eso fue lo único que fui capaz de enseñarte, mientras yo lo aprendía. En mi barco que zozobra. Los pies nunca se apoyan en el mismo sitio que el anterior paso. Es tan diferente como el sabor de boca que nos deja, y la cantidad de agua que salpica a la persona que tenemos al lado. Podría leer las calles para decirme que estuvimos en ciertos lugares, ya tan cerrados como nuestros ojos, a las situaciones que pasaron, en ocasiones al presente.

Sentado en lo que antes, o en lo que en mis recuerdos era antes. Note algo que se hacia porciones de tiempo. No sentía posiblemente el mismo olor que me había confundido. Enrevesado y principalmente ensañado. No siempre pude mirar de frente y recordar, dejar de admitir de quien fue la culpa, pero si que pude sentir al lado lo mismo. El recuerdo  de distinta explicación y misma conclusión. Un líquido diferente al agua que recorre a uno mismo , el calor  de un compañero de viaje.

Parecidos pasos, el mismo destino, y en cada vuelta pisarnos nuestras propias huellas, convirtiendo las tuyas en las mías. Cabrían unas palabras, más secretos que nos terminamos por contar en cualquier desayuno, terminando nosotros mismos por ser los platos principales. Las personas a las que acudir bajo el colchón tras esos sonidos de tormenta, y lluvia que se planteo desmaquillarnos, y destrozar los cuadros de orquídeas de primavera. Tal vez nuestros coches no sean bonitos ni pisemos puentes de madera cara pero ese choque frontal me devuelve el aire a los pulmones. Todos los días un golpe contra la vida, intentando adivinarte y tras el cual estas tú. Un golpes tras el cual se sujeta en el corazón la esperanza, a pesar que halla cortes.