Todo nuevo, recuperando los viejos hábitos. Las mismas habitaciones cerradas. Todo ha medio camino. Como antes. La mitad del tiempo cumplido y los pies puestos en senderos que profanamos para no volver a cumplir antiguas trampas. Te tiendo la mano. Después de tanto tiempo no soy capaz de reconocer mis propias huellas, que pensaron que este camino no daría la vuelta. Un lenguaje que tan solo tu y yo entendemos, y los demás miran desprovistos de nada que auguró una buena perspectiva. Terminaremos empate a besos y caricias. Nadie lleva la cuenta de los desplantes. Los dos hicimos caso omiso a la larga.
¿Quien quiere saber al fin y al cabo los momentos en el que el viento nos susurraba palabras?. Me siento y te cuento. En ocasiones no sobran los minutos y se agotan los papeles en los que escribir historias que terminan bien. A tú vuelta es más fácil salir ileso. Con el hielo crujiendo bajo nuestros pies. Te cuento y tu me dices. El horno esta encendido con una cena vacía. No nos esperábamos el uno al otro. Cuando los gritos nos acorralaban. Y de repente, después de los cruces de caminos somos capaces de encontrarnos.
Se nos han roto los reproches. Por una sola vez. Donde pude oír a las fotos viejas extrañarse, e intentar recomponer algo que solo se dijo después de irnos. Con los cables colgando. Sin una sola oportunidad de reponer fuerzas, ni de recargar nuestros recuerdos. El futuro cogido por unas manos cubiertas por guantes. Me paro y siento el frío. Me desnudo una y otra vez. Hasta que puedas distinguir a la persona que soy, distinta quizá a la que fui, clavada sin embargo en sentimientos a la de ayer. Te creo y contigo camino. Me revuelvo contra todo lo que se pueda decir.
Con los fuegos apagados y las palabras arroyando a contracorriente. Símbolos de cada día. Mirando hacia los lados, hasta distinguirte y no poder mover la mirada. Ahora nos tocamos. Y somos los que fuimos, los que ahora se creen lo que son, y los que no tienen más remedio que porfiar a sus propios sentimientos. A pesar de lo que dirán o lo que otros creen. Me vuelvo y te devuelvo todo. Del revés. Lo que necesites soy. Sin que me importe. Sin que la pereza pueda hacer acopio, ni ascos. Ni nada de lo que pueda haber sido.
No intento creerme otra cosa. Tan solo lo que se. No va más allá de un «te quiero», simple, astuto que recorta problemas, indecisiones y aquellas viejas trabas. Lo que necesites soy. Viajo a pie. Paso a paso. Y dejo que tus manos me recojan y tus ojos me miren, me marquen el camino de lo que era, de lo que es, de todo aquello que no se fue. De lo que en tus manos viene.
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