Tengo que enviar cientos de cartas. y en ninguna de ellas quiero mentir. Tantas que se me seca la boca cada vez que intento comprar sellos. Más me valdría usar el e-mail pero creo que colapsaría el ordenador. Me acompañan en mis escrituras mini botellitas y un odio espantoso a cada vez que enciendo un nuevo cigarrillo. Me encomiendo a unos cuantos santos, en los que destacan San Judas Tadeo y Santa María Magdalena. Me imagino que me ayudaran en mi labor. Les rezo a cada golpe de mechero. Podría decir que me siento solo, pero es indiscutible que tener que escribir tanto me acompaña.
Como pasar encerrado dos horas con la misma persona. Y no dejar de darle palique. En ocasiones puedo sentir como se oxidan las palabras, y el lenguaje no vale para nada más que poner tierra por el medio. Mido el tiempo en copas. Calculo que me llevará la noche para volverme a tropezar en el mismo sendero. En algún momento hay que terminar y, es entonces cuando la visión se me vuelve en blanco y negro. Oigo risas de antaño que no se si me acompañan o quieren dejar claro todo mi malvivir.
Volvemos a ponernos en camino. Otro pasito más. Retuerzo el recuerdo con la luz de las estrellas y las miniaturas de licores. Creo que voy a salir a la calle. Allí donde escribí todas mis historias y donde engancharte a mi. Todo se vuelve diáfano. Con la facilidad de anotar en lineas correctas lo que me venga en gana. Una vez tras otra. Sin ningún tipo de falta. Termino siempre en presente. El pasado no es muy generoso con los tiempos que corren. Y además no me interesa lo más mínimo. Deambuló por la noche, sin buscar nada especial, pero siempre me encuentra.
Así que termino dando vueltas con saltimbanquis. Esa faceta mía nunca te termino de gustar. Enredado de un sitio a otro. Conociendo en la madrugada gente que al despertar se llamaba de otra forma. Ese es mi espacio natural. Escuela de defraudadores de la norma. Dejamos que suenen los instrumentos al ritmo de nuestros jolgorios y caderas, din dar nunca un paso atrás. Difuminados en la noche, de un lado al otro como perseidas, imposibles de alcanzar. Temblando de frío en frente de una hoguera, al calor de los amigos que sin contar con el reloj, vienen y van. Volviéndonos imposibles. Sustancias y nombres atrapados en la misma tela de araña.
Vuelves a mi memoria ya un poco caótica. Y yo vuelvo a encerrarme a continuar con mis líneas. Todas dedicadas a ti. Casi cien cartas y en lo único que consigo pensar es en tu frase final. En el momento que llaman pasajeros al tren. Y mi silla queda en singular. Ahora olvido el remitente y no puedo parar de escribir. Que en el lugar que alguna vez llame casa se amontonan las cartas por enviar. Y de ti recibo este regalo tan especial. De tu presencia. De tu ser y estar.
Feliz navidad!!!!
para todos!!!