Apenas tengo tiempo. Se me agota y lo sigo perdiendo. Son fotografías que vamos arrojando al fuego. Instantes que dejamos que huyan con todo lo que significan. Emparedado entre tus sueños y el olor que se desprende de esta hoguera donde nos vemos sumergidos. La televisión encendida no para de emitir mensajes que me pudren los dientes, no termino de entenderme y me presagio malos pensamientos. Arriesgar en cada minuto un poco más. En una pequeña escalada de violencia hacia mi mismo. Parto los espejos con la frente y me dejo caer al suelo de repente.
Sin ningún tipo de preguntas. Ahogado. Busco aire por debajo del agua y allí me sumerjo. Aisladas las razones no queda nada por lo que mantenernos de pie, así que prefiero poner cara de perro y dejar que vengan uno a uno los problemas que no supe ver de lejos. Se me acumulan. Puedo creerme que te busco en cualquier parte, y en cada uno de esos lugares perderme sin ningún tipo de atisbo de lograr reconocerme. Cada uno de los pasos que doy se van borrando así que me voy agarrando con los dedos a cada hueco nuevo que voy visualizando.
Nuevas caras que se deshacen por minutos. Apenas recuerdo lo que soy capaz de recordar en cada esquina. Sentimientos y mentiras que debo doblegar si quiero dar un solo paso más. Las ocasiones no remiendan las heridas y me dejan entre miles de manos caer. Cigarrillos apagados en los ojos. Pierdo la consciencia. Ángeles que ya no piensan en ello. Debemos caminar sobre brasas que dibujan nuestro propio pasado. Con la vocación de no acertar. Terminamos todos rezando a diferentes dioses. Buscando donde no hay. Después de tantos años que somos incapaces de contabilizar.
Hay quien se esconde debajo de la cama y no lo encontramos muerto. Algo con lo que alimentar a los gusanos que nos vamos a comer en el día a día. Ciudades a oscuras en las que crucificarnos a cada paso. Puedo consentirme entre sus calles, y todos los murmullos que atrapan. Parar en cada esquina decidiendo sin mucho porvenir en que sitio perderme. Bocas oscuras que me facilitan con sus dientes podridos el paso a un lugar diferente, donde me aprendí mi nombre y me volví casi obsesivo con no olvidar el tuyo. Garajes donde se agolpan parejas impares y cierres fuera de hora.
Puedo ver un poquito más allá donde se supone que he de terminar, y por contra hacia donde dirijo mi vida. Una ducha fría y moho en las paredes que lamo sin ninguna obligación, me hace recordar tu sabor. Me he tatuado en el alma el mapa que lleva hasta tus brazos y no encuentro reflejo alguno. Sigo decayendo lento, demasiado, y por los antiguos caminos que recorrimos. En los nuevos senderos puedo ver las pisadas que dejaste y en ellas me recreo. Un cronómetro que ya llego a cero. Y solo me deja parte del pasado, en el que esta maniatado. Me agarro los tobillos y me lanzo. Apenas pasará un minuto sin que recuerde que te quiero. Carteles que pinte. Tardes deshabilitadas. Todo en silencio. Menos tu y yo buscando un reencuentro.