Fracasar es una forma de verlo. Se repite una y otra vez. Así que hay que saberlo llevar de la mejor manera. Cambios de ritmo que no sirven para otra cosa que disimular y ser pillados in fraganti por el desastre. El hipnotizador de nuestros sueños ha muerto y su cadáver flota por encima del lago dejando un nauseabundo olor. Sin la más mínima esperanza de volver a encontrar el camino de vuelta. Ciudad que nos chupa la sangre y se muere de pena. Dando paseos con el pie cambiado. No se donde te puedo encontrar y te me cruzo a cada paso de cebra. Gente parecida que no tiene nada que decirme.
Me cambio de acera y no paro de decirme que en cualquier parte podría estar el final, aunque nunca me detengo. Llevo una losa en mi corazón vacío, y me pierdo con cierta facilidad. Los rostros se reflejan en las lunas de los coches que pasan a gran velocidad y lo único que nos dejan es preguntas. De las grietas de las paredes empiezan a supurar dudas. Y nos vemos desnudos frente a las respuestas, que son todas mentiras. A alguien le tocara disimular.
Somos en parte agua y en parte humo como en un incendio mal apagado que se terminara por difundir hasta arrasar con todo. Suenan melodías alrededor nuestro que queremos reconocer pero que somos incapaces de tararear, nos resultan ajenas a nuestras vidas. Como cada una de las calles que recorremos. Perdidos una vez más. Los restos de comida por la mesa, y miles de manos intentándolas de alcanzar. No llega para nada que no sea cigarrillos y mala fe. Sentados por las esquinas, merodeando la peor de las suertes. Manchándonos de tinta los dedos intentando sobrescribir las mentiras que a nosotros mismos nos contamos.
Nos crujen los huesos recordándonos que ya existieron tiempos mejores y fueron bastante negros. Nada que recordar que merezca la pena mencionar. Se quemo la hierba debajo de nosotros, y los mejores años los pasamos huyendo. El calor pudre los huesos, y una parte ínfima de las promesas que nos hicimos. No nos salen las cuentas de los besos que nos prometieron y nos escondemos por los rincones a llorar por cosas que no volverán. Damos la vuelta y somo incapaces de retroceder en el tiempo, asi que nos arrastramos como gusanos en busca de migajas. Sin salir, encerrados creyendo que así encontraremos algo que nos pertenecía.
Las palabras idóneas se esconden y nos tocas expresarnos con todo el vocabulario cambiado, con aire de perdedor. Groseros, y nos surgen preguntas que no vamos a saber contestar, y nos dejan colgados durante el resto del día, como si fuésemos imbéciles. Tal vez lo seamos. Duelen las heridas pero quejarse demasiado no no va a ayudar en nada. Recordar duele. Volver a pensar en lo mismo y darle vueltas una y otra vez. Nada cambia de color, tan solo se afilan las agujas que se nos clavan en el pecho. En esta ocasión me quedo solo. Sin que exista otra opción. Flores que se abren y caminos que se cierran. Hundido viendo cambiar el tiempo en soledad. Uno perdiendo el control. Solo sin ninguna dirección.