Cansado y hundido. Sin tener muchas ganas de averiguar que hacer. Dejando que el tiempo pase. Me ahogo sin una sola idea. Camino directo a la desidia. Dejo que se me subaste al mejor postor. Perdido. Rompiendo los guiones previstos. Todo guardado en el olvido, pendiente de los juegos de azahar que no nos devolverán nada. Frío que se agazapa dentro nuestro y es incapaz de salir de ninguna de las maneras. Anudándose con el miedo. Intento permanecer despierto pero todo me da vueltas con una cierta amargura. Heridas y cerraduras que soy incapaz de resolver. Vuelvo a olvidarme y no hay modo.

Salidas que no dan a ninguna parte y que vuelvo a recorrer una y otra vez. Agua que se niega a mover molinos y permanece estancada y soez. Insalubre. Tierra que se quema y no vuelve a producir nada. Y ahí andamos agazapados. Saldando cuentas con un futuro que no nos tenia en cuenta. Vinagre en mitad de las cicatrices que se abren y nos hacen gritar. Una canción que no tiene principio, y su final se encuentra en otras canciones que ya se cantaron cuando perdimos todas las batallas. Mariposas que vuelan alrededor nuestro y gusanos que se posan encima, volviendo nuestra carne putrefacta.

Intentamos descansar y nos resulta imposible, una vez tumbados algo nos agarra de manos y pies. Y nos tira hasta el fondo. Rosas para otros que se nos clavan en mitad del pecho. Somos cazadores furtivos de penas ajenas. Bailando encima de un escenario sucio de palabras e insultos recién inventados. Danzamos al compás de una música que va hacia atrás, marcándonos un camino en el que solo parece posible fracasar. Fresas con nata para blasfemos, mientras nosotros rondamos por el suelo buscando una sola solución. Una llave que abre los senderos por los que podemos transitar sin que nos taladren las espinas las vísceras.

Mesas en las que el banquete ya fue. Y no quedan mas que las migajas. Compartiendo comida con las aves de carroña y el calor. Tirarnos por el puente con el animo de sobrevivir por puro vicio. La suerte siempre sale nones, y nos obliga a arrastrarnos hasta la próxima vez. Nombres impropios por el que nos llaman, cualquier bajeza tiene más título que nosotros. Tirados hasta la siguiente vez que podamos probar fortuna, con algo de arena en la boca. Crisis en la garganta ante cualquier sonido que nos sigue.

Damos dos pasos a espaldas y no miramos adelante, nos tiramos en busca de lo que tenga que venir. Parecen que se negaran las alegrías a venir, y las soledades se multiplican a la puerta. Un cartel de débito clavado en la frente. El olvido se cierne sobre nosotros y la sombra que proyectamos. Un antifaz que nos confunde de repente. Pero es ahora cuando vamos a dejar el cielo sin levantarnos. Ahora voy a cogerte de la mano y vamos a volver a empezar. Un cuento que no termina. Después de todo lo pasado Nuestra historia sin más.