Ahogado

Atrapado en mi propio sueño. Incapaz de salir, dando vueltas en circulo. Podría ser un experto en estrellarme contra el cristal mientras escucho voces que me aterrorizan y no me dejan conciliar la paz. El ansia se apodera de mi, pudiera ser que nunca me llegara a acostumbrar a tu falta, y a estas humedades que recorren todo mi cuerpo. Ahogándome. Damos un paso más y lo único que conseguimos es ahogarnos un poquito en lo hondo de nuestra conciencia.

Lo peor que vive en mi se enrosca en mi persona y parece que lleva camino de mi cuello ahogándome a ras de mi cabeza atravesándome los oídos hasta dejarme a cero, y palpito cayendo al suelo. Nada se puede repetir. Me esta comiendo las ganas de vivir sin que yo lo sepa, y permanezco en el suelo con los ojos virados, como de cristal roto que no se puede volver a armar. La vergüenza no me entiende ni yo quiero formar parte de ella e intento salir corriendo a pesar de no poderme poner en pie. Arrastrándome con una sonrisa pícara y destrozada. Algo se estropea como las flores con el tiempo. Mustio en su ser.

No se puede explicar y hay a quien le divierte. Me planteo un golpe perfecto que se convierte en una maniobra suicida. Todo puede cambiar de color en el último momento. Nunca a sido a mejor. Lo que da vueltas nos engulle y tenemos que girar a un ritmo vertiginoso que nos confunde de dirección y de opinión. Jamas sabre a que vinimos, hasta que te vuelvo a recordar. Me imagino que vendrá a devorarnos en la oscuridad. Desmembrados, permitiendo que la sangre marque el camino a seguir. En el umbral las hachas con sed, y las huellas que seguimos hasta que terminamos de la peor manera.

Hay quien nos compara, pero a estas alturas las diferencias son pocas. Un agujero en el centro del pecho. El centro matemático. Justo donde duele. Para que aburrirnos. Vacíos. Debimos de admitir que no podíamos más. Que todo se rompía en el suelo y nos engullía, y no teníamos fuerzas para resistirnos. Las dagas vuelan y las palabras malsonantes non persiguen hasta cogernos por la espalda, y destrozándola, dejando ver las heridas. Que no paran de sangrar. Algo sucumbió dentro nuestro. Hasta que pude ver con claridad, de nuevo tu cara. La razón verdadera de no dejarnos arrastrar . Empezar de menos cero. Otra vuelta de tuerca.

Alrededor

Cada mañana al despertar una nueva vida. Cambiando de propósitos a cada segundo. Inventándonos una forma de sacar la cabeza del lodo. Y dejando que nuestros pies se hundan en la mierda. Creímos que teníamos derecho y apuramos hasta el último suspiro para conseguir nuestras metas. Todas ellas acabaron engullidas por el peor de los desastres que nos podían ocurrir. El silencio fue todo lo que quedo transformando los susurros en gritos y después en soledad, que no deja de tocar todo aquello que conocemos. El peor de los lugares se nos presenta de repente y en el que nos hemos quedado a vivir.

Las semillas crecen oblicuas y de un modo oscuro, parece que solo dieran paso a arboles donde ser colgados. Y las voces de los niños lo único que saben decir son oraciones para ahuyentar a los muertos, que bailan alrededor nuestro sin ningún tipo de de pudor. No encuentro mensajes salvadores en mis sueños, tan solo la idea certera que todo tiene un fin, y este esta lejos de ser benévolo y misericorde. Aguantamos sobre la cuerda floja.

Sin un mínimo de esperanza comienza el nuevo amanecer, parece que no nos creyera. Ya no le queda fe. Una melodía que desafina y nos mira a los ojos, desafiándonos . Nada nos recuerda y sin embargo en nuestra mente permanecen miles de naufragios. Debí de contarme mil mentiras ante de permanecer callado. Ahora se vuelve en mi contra y los espejos son incapaces de devolverme la mirada por pura verguenza. Me detengo y pronuncio tu nombre, algo se abre por dentro. Alguien me dijo que te irías por siempre y desde entonces no me sujetan las manos. Pudriéndose las entrañas mientras doy un paso atrás, y mi alrededor se torna oscuro.

Sacrificios que no tienen un por que, pero se vuelven necesarios para mantenernos de pie. Dándonos asco a nosotros mismos. Prefiero no recordarme y me rajo con un cristal para ver como me desangro, y todo se torna de un color opaco. Nada debió salir como planeamos, y se revuelve contra nosotros, que tirados en una cama somos incapaces de dar con una solución. Todo se nos muere en dos o tres días, y parece que quisiéramos olvidar. Pero se nos clava en el pecho. Y al quitar la herida y beber vinagre, te puedo ver. Eres lo que queda al fin. Escupir y empezar. Lo único por lo que luchar.