Es un circulo cerrado. Todo se repite una y otra vez. Ahora es lo más parecido a ayer. Intentando romper con la monotonía que no nos deja respirar. La soledad se mira en un espejo y lo que se le refleja es mi sombra. Sin que nada pueda volver. Lo que se fue es una tormenta que nos moja hasta dejarnos empapados y sin posibilidad de secarnos. Algo en el aire huele a que esto va a salir mal. Sin vacunas para el pasado, el futuro se nos muestra con mala cara antes de salir el sol.

Durmiendo en la calle sin pedir nada y con cara de cuento antes de empezar. Lo que dure la melancolía es lo que nos va durar la esperanza. Todo vuelve pero con otro sabor. Esta vez con algo metálico y humedad por en medio. Tal vez con un aire de perdedor que no quisimos asumir. Agobiado por la cama vacía y mis zapatos viejos que se niegan a dar un paso más. Y sin embargo no estamos más que a la mitad del camino. Volver no es una opción, perderse es a lo que nos dedicamos a diario. Ver como se pudre la tinta del bolígrafo ante que llegue el fin. No nos acostumbramos.

Había futuro ante que descubriéramos la verdad. Arrojamos la toalla pero no nos quisimos enterar. Si la pelea sigue no nos va a quedar más remedio que poner la jeta. Se confunden las frases en las esquinas, y procuramos que no digan nada, antes que no lo puedan echar en cara. Hicimos un camino de velas y mentiras hacia lo más profundo con resignación y falta de razón. Con la única perspectiva de que algo acabara bien y sin embargo no podemos dejar de ver un agujero muy profundo que nos engulle y se traga todo lo que suena sincero.

Opacos y contra las sienes son los golpes que recibimos ahora, pero no dejare que su nombre se confunda las colillas de los ceniceros en los que me dejo la mitad de la vida y de mis promesas. Suenan por bulerias los chismes que nos cuentan lo que no debimos de hacer, y nos lo repiten una y otra vez. Rezamos a estampitas equivocadas, a unos santorales que estaban a otra cosa, y nos cruzamos con nuestras peores pesadillas. Parece que la suciedad se nos volcara encima. Y claro deja su decadencia a modo de rastro que no nos podemos quitar. Algo que se mueve y parece mohoso, quiere hablar en nuestro nombre. No lo podemos evitar. Ahora toca saltar. Volverte a ver y no repetir. Salir de la rueda. Volver contigo mi única vereda.
