Empezar de nuevo en ningún lugar. Recordando siempre los viejos sitios. Escuchando las voces de la derrota que nos acompañaron en la antigüedad. Colgando de dos clavos que nos sujetan por las manos y nos impiden decidir nada. En el fondo de los ojos el vacío. Todo se ha ido desvaneciendo de poco a poco y no ha quedado más que la ausencia. Todo se escapa por las costuras. Habitaciones recién pintadas que intentan tapar todo lo que fuimos y un pasado oculto a conciencia.

Andamos despacio esparciendo tristeza y nos sentamos en el suelo con las manos entre la cabeza intentando averiguar el motivo. Se desvanece a nuestro parecer. Intentamos encontrar un significado pero las lágrimas brillan y el olvido hace su aparición. Nada va a quedar. La calma no es más que un preámbulo de los rayos y truenos que descansaran sobre nuestras cabezas. El adiós es lo que ocupa todo. No sabemos vivir con nosotros mismos. Esta noche nos perderemos y las esquinas que nos siguen hasta dar con nuestra propia alma, desnuda e incapacitada.

Hemos de empezar de cero una vez más. Esperando que la escarchase derrita sobre nuestra frente, y derrita la culpa que somos incapaces de solucionar. Desnudos en el baño con el agua cayendo sobre nuestro cuerpo que claudica y acepta de una vez por todas que no solo los astros nos trajeron hasta aquí. Tal vez fue una serie de malas decisiones. La luz palidece y no deja vernos los pies que están llenos de heridas que supuran por no saber elegir el camino. Ciego ante los espejismos que sigo a diario y me llevan detrás de otro desconsuelo. En los mapas no quedan ciudades sonde no hayamos transigido ante nuestros actos sin bendecir.

Cuando acabe no quedara nada por lo que santiguarse. No encuentro una sola zona en la que poderme tumbar a descansar. Las advertencias nos señalan y se quedan cortas ante las huellas en el hielo que vamos dejando. Trampas que nos ahogan. Nuestros sueños están en las nubes que siempre nos obligan a partir. Existe un deseo que se escuda en el miedo y se empeña en no llegar. Pero no es forma de vivir. Escuchamos los dimes y diretes de un parlanchin mentiroso que variaba sus ilusiones, y me pierde jugar. Ahora no me queda otra que seguir tus pies, tus pasos. Seguirte si te atreves. Volver a ser dos, unidos.
