La esperanza se desvanece. Nada nos ata a lo prometido. Parece que traicionarse fuera la constante. Todo lo que nos une se desvanece como una ilusión. Nos encontramos en una espiral de desesperación donde todo duele, es una constante. Las paredes se empequeñecen y nos ahogan de una forma que no podemos explicar, simplemente no podemos respirar, y se queda una sensación enrarecida. Apenas somos capaces de hablar. La vida se nos llena de actores que interpretan un papel repetitivo que se dedica a clavarnos la puntilla, viendo como nos desangramos por los rincones.

El eco de las emociones que nos pasaron por encima se repite una y otra vez. Aturullándonos. Volviéndonos un poco más locos que de costumbre. Sacándonos de quicio de una forma que nos confunde y nos deja rotos por la mitad. Y esas mitades se diluyen en una lluvia torrencial de miedos irracionales. Una nueva oportunidad perdida que se queda entre los dedos y nos es imposible sujetar. Viajamos sin ningún tipo de equipaje y por nuestras propias pesadillas que nos adormecen las ganas. Perdidos.

Se lo contamos a alguien como si esto fuera buena idea y decidimos que vamos a dar un paso más, sin darnos cuenta que nos encontramos a un paso del precipicio. Y en la caída nos desmembramos dando rienda suelta a las ideas que se nos pegaron al paladar. Algo tenia que salir bien, pero no tenia por que ser esta vez. Caer como normativa. Empiezo a arder y soy incapaz de calmar las ascuas que queman mis decisiones. Supuran mis heridas, que empiezan a llenar de sangre seca mis vestiduras. Me tizno, me vuelvo de un color opaco y soy incapaz de decidir nada por mi mismo, se lo dejo todo al rencor y a la pesadumbre que empieza a hacer sombras chinescas dentro de mi cabeza.

Soy aprendiz de mi mismo, no logro hacerme con las riendas de mis propios sentimientos que nadan en vino. Al menos una parte de mi tendrá la excusa de encontrarse con el dulce embriagamiento de los vapores de las uvas, que maridan perfectamente con la inexactitud del pasar de los días. Pudiera ser erróneo el calculo pero parece que nos vamos a dar a ningún buen puerto como destino. Lo que falla nos engulle y son los ladrones los que hacen su agosto. Todo en penumbra de nuevo. Vuelvo a buscar en el fondo y lo único que encuentro es la esperanza de seguir juntos, a fuego. Sin vacilar.
